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La ONU dejó abandonada a la colonia extranjera en Irak al evacuar Bagdad

Fuertes críticas de las delegaciones diplomáticas a la precipitación de Richard Buttler

Los funcionarios de la ONU evacuaron Bagdad la semana pasada en desbandada. Todo sucedió a una velocidad de vértigo cuando los inspectores de desarme abandonaron inesperadamente la capital iraquí provocando una oleada de pánico que arrastró a los demás funcionarios internacionales. Nadie pensó que al salir se dejaba atrás, desprotegidas, delegaciones diplomáticas y una colonia de extranjeros. En el horizonte se adivinaban ya los murmullos de los bombarderos norteamericanos con orden de castigar a Sadam Husein y causar, según cálculos del Pentágono, al menos 10.000 muertos.

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"Nos enteramos de la evacuación en el mismo cuartel general de la ONU en Bagdad, el hotel Canal. Estábamos invitados a la recepción en la que se debía presentar el nuevo encargado de la ayuda humanitaria, Han Cvon Sponeck. La cita era para el miércoles 11 de noviembre a las seis de la tarde". A Ignacio Rupérez, encargado de negocios de la Embajada española en Bagdad, como al resto de los diplomáticos occidentales, la situación le cogió por sorpresa. Habían estado desde el pasado 5 de agosto instalados en una situación de tensión prolongada, pero nadie pensaba que todo pudiera precipitarse tan rápidamente."Cuando llegamos al hotel Canal nos encontramos el salón vacío. La confusión era total. Paquetes, maletas, cajas y alfombras por todas partes. La gente corría de un lado para otro. Nadie daba una explicación coherente. Alguien se acercó al embajador de Mauritania, decano del cuerpo diplomático, para darle dentro de un sobre blanco una lacónica nota oficial: la orden era evacuar Bagdad. Los primeros en salir fueron los inspectores de la Unscom. Habían recibido la orden directamente de Nueva York. Los preparativos de su huida provocaron la alarma de los demás funcionarios de la casa, dedicados a las tareas humanitarias. La salida se convirtió en estampida. Nadie quería morir en Bagdad".

"Nos encontramos con las decisiones consumadas. Conocíamos muy bien quién había bajado el banderín de salida. El responsable era Richard Buttler, el jefe de la Unscom, quien desde su sede en Nueva York había hecho saltar por los aires todos los procedimientos administrativos que le obligan a esperar una resolución del Consejo de Seguridad antes de adoptar una medida de estas características. Por eso nos unimos también a la salida. Es absurdo pensar que en la ONU pueden hablar dos clases de funcionarios: los que se salvan y los que mueren aplastados por las bombas en sus puestos. Por eso nos fuimos también de Bagdad", afirma uno de los responsables de una organización humanitaria de Naciones Unidas.

La recepción del hotel Canal había quedado suspendida. Los representantes diplomáticos volvieron rápidamente a sus embajadas. Los ministerios de Asuntos Exteriores de sus respectivos países empezaron a recibir las primeras notas de alarma. Bagdad se evacuaba.

"Nos estábamos quedando solos. Empezamos a comprender que nos estaban abandonando, que nos quedábamos sin su protección en medio de una ciudad amenazada. ¿Cómo era posible que nadie nos hubiera alertado antes? Entonces sonó el teléfono y alguien me dijo que había una plaza libre en su coche. No me lo pensé dos veces; le dije a mi mujer que hiciera su maleta. Ella también se fue a Ammán", añade otro diplomático de Bagdad.

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Richard Buttler había vuelto a repetir una antigua táctica ensayada con éxito el pasado invierno, cuando también hizo subir la tensión internacional al ordenar la salida inesperada de sus hombres de Bagdad. Intentaba demostrar de nuevo que no había ninguna posibilidad de diálogo con Sadam Husein, que había que dejar el campo libre para la intervención militar.

A espaldas de Kofi Annan

"Lo peor es que esta vez todo sucedió a espaldas del secretario general de la ONU. Kofi Annan se encontraba de viaje en el Magreb mediando en el conflicto del Sáhara Occidental. La evacuación también le cogió a él por sorpresa. Por eso interrumpió el viaje y regresó a Nueva York, tratando de denunciar al culpable y paralizar la maquinaria de guerra", afirma un funcionario de la ONU, mientras trata de reponerse a la tensión vivida.En Bagdad la crisis empezó a cerrarse tres días más tarde, el sábado 14 de noviembre, en la residencia del embajador de España. Era una comida íntima que reunía sólo a cuatro comensales, entre ellos el diplomático indio Prakash Shah, representante personal del secretario general de la ONU en Irak. La conversación era una larga y triste declaración sobre las esperanzas perdidas y la posibilidad que tenían de salir con vida. Una llamada telefónica interrumpió el almuerzo, el mensaje era claro: Sadam Husein quería dar marcha atrás. Irak reanudaba la cooperación con los inspectores de la ONU. Horas más tarde, un emisario de Irak entregaría a Kofi Annan, en su domicilio de Nueva York, la carta de capitulación.

Encima de la mesa de Bagdad han quedado los restos de un ataque aplazado. Entre los despojos expuestos con toda su crudeza están aún abiertas las divisiones internas de los funcionarios de la ONU. Son los reflejos de un doble discurso político. Por una parte, los hombres de la Unscom, dispuestos a localizar a cualquier precio los arsenales secretos; por otra, los funcionarios de las organizaciones humanitarias intentando paliar el sufrimiento de todo un pueblo. Nadie ha conseguido coordinarlos ni ponerlos de acuerdo. Ahora todos están de nuevo en Bagdad.

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