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CATÁSTROFE EN CENTROAMÉRICA

El Gobierno hondureño teme un estallido social por los cierres de empresas y el aumento del paro

El huracán Mitch no sólo ha destruido materialmente la economía y las infraestructuras de Honduras. Si no se actúa con rapidez, puede acabar también con la estabilidad institucional. El riesgo de un estallido social es la principal preocupación del Gobierno hondureño, sobre todo después de que varias de las empresas más importantes del país, entre ellas las dos multinacionales bananeras, hayan anunciado el cierre temporal de sus actividades. El presidente, Carlos Flores, busca comenzar cuanto antes la etapa de reconstrucción para absorber al menos a una parte de los trabajadores que han quedado desempleados.

Los cierres empresariales empiezan a brotar cuando el país se halla aún sumido en plena emergencia. Diez de las grandes compañías hondureñas han solicitado al Ministerio de Trabajo la suspensión de labores, que la ley prevé en caso de fuerza mayor y por un plazo no mayor a los 120 días.Los líderes sindicales creen ver en esta decisión un primer paso para un despido camuflado, y han pedido al Gobierno que antes de dar la autorización se investigue seriamente su situación, algo que el ministro, Andrés Víctor Artiles, ha garantizado: "Vamos a indagar los daños porque hay seguros que cubren incluso los salarios de los trabajadores. Se trata de que, en la medida de lo posible, las empresas se ajusten a los arreglos con las aseguradoras".

La suspensión más llamativa ha sido la de la multinacional bananera Tela Railroad, que afecta a 7.300 empleados. El hermetismo de la compañía, que hizo un primer anuncio seguido de algunas matizaciones, ha contribuido a sembrar la confusión. Según indicó a este periódico la ministra de Finanzas, Gabriela Núñez, no sólo Tela, sino también el otro gigante bananero, la Standard Fruit, que tiene 8.000 empleados, han solicitado la suspensión temporal, después de que Mitch arrasara las plantaciones.

"No ha sido sólo el banano", explica Gabriela Núñez. "Son los criaderos de camarón, el melón, la palma africana, que después de tres años de siembra estaba a punto de dar su fruto... Todos los principales productos de exportación se han perdido". La ministra calcula que, "como mínimo", las pérdidas causadas por el huracán ascienden a 2.000 millones de dólares (unos 280.000 millones de pesetas).

Lo más lacerante es que Honduras, uno de los países más pobres de América Latina, había empezado a levantar cabeza. De hecho, los indicadores de 1998 reflejarán todavía un crecimiento del 5,5%. A partir del año próximo todo será distinto. El presidente Flores ha sido más directo: si no comienza pronto la rehabilitación, la estabilidad institucional no sólo de Honduras sino del resto de Centroamérica, peligra ante el riesgo de un estallido social. Y si eso ocurre, ha comentado a modo de advertencia, "los centroamericanos seguirán nadando, corriendo o caminando para el norte".

Para poder invertir en la reconstrucción, el país necesita reducir la presión de la deuda externa, que se eleva a 4.100 millones de dólares y que antes del huracán se llevaba el 35% de los ingresos anuales del Gobierno, es decir, unos 450 millones de dólares.

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