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El PP asturiano estudia su estrategia tras quedar en minoría en la Cámara

Aunque el presidente del Gobierno, José María Aznar, aseguraba recientemente que confiaba en un "final feliz" a la crisis del PP asturiano, la dura pugna entre el vicepresidente, Francisco Álvarez Cascos, y el presidente del Principado, Sergio Marqués, acusado de corrupción por los populares afines a Cascos, no amaina. El viernes se reúne, después de tres meses sin hacerlo, el Comité Ejecutivo regional del PP en una coyuntura muy conflictiva. Abordará la estrategia que seguirá el PP tras perder la mayoría en el Parlamento después de que dos diputados más se pasaran al Grupo Mixto.

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Una comisión contraproducente

La operación emprendida el pasado mes de junio por Álvarez Cascos para derribar a Marqués, antaño amigo y colaborador, ha resultado fallida. El llamamiento que, a instancias de Cascos, realizó el PP a la sociedad civil asturiana para que se pronuncie contra el presidente del Principado no ha tenido respuesta. La apelación a las demás fuerzas políticas para que lo derriben, tampoco. Las graves imputaciones contra Marqués y su consejero de Fomento, Juan José Tielve, de fraude, ilegalidad y comisión del "mayor caso de corrupción habido en España en la contratación de obra pública", carecen de indicios suficientes, a juicio de la Junta de Fiscales del Tribunal Superior de Justicia de Asturias.El intento de destituir a Marqués ha sido estéril, pero sus efectos saltan a la vista: el Grupo Parlamentario Popular se ha roto, el PP ha perdido la mayoría en la Cámara en favor del PSOE, que ahora cuenta con 17 diputados por 16 del PP. Y Marqués, desde el Grupo Mixto, se ha convertido en la tercera "fuerza política", con un escaño más que Izquierda Unida, merced al apoyo de cinco exdiputados populares y un exmilitante de IU.

Además, el presidente regional del partido, Isidro Fernández Rozada, ha perdido protagonismo. El PP asturiano actúa guiado desde Madrid. Incluso la dirección regional se ha enterado a posteriori de la iniciativa de Cascos de postular al presidente del Parlamento asturiano, Ovidio Sánchez, como próximo candidato a la Presidencia del Principado.

Marqués sigue gobernando, con el apoyo de seis de los 45 diputados de la Cámara. Pero la demostración de fuerza que ha exhibido Cascos no ha sido inocua. Sus efectos están siendo muy lesivos para el PP de Asturias, en el que los desgarros son evidentes. Cascos no está dispuesto, sin embargo, a cejar en el empeño.

La semana pasada, los marquesistas demostraban por primera vez nerviosismo por los rumores que apuntaban a un último ataque contra el presidente del Principado. Este periódico constató que entre los seguidores de Cascos se vivieron momentos de preocupación y los intentos de varios sectores del PP para disuadir a Cascos y a la fracción más dura del partido para que no empleen determinado material -cuya naturaleza no ha trascendido- en la lucha política.

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Desgaste

Cascos actúa ya a la desesperada. Sabe que cada día que Marqués permanece al frente del Principado se desgasta un poco más la imagen de eficacia fulminante y de poder omnímodo que se había labrado en los diez años que lleva al frente de la secretaría general del PP. La proximidad del Congreso nacional del partido, que se celebrará en enero, en el que ya no optará a su reelección, le impulsa a dejar resuelta la crisis de Asturias antes de esa cita.La tenacidad de Marqués, perpetuándose en el Ejecutivo sin casi respaldo parlamentario; el reiterado fracaso de todos los planes de ataque diseñados por Cascos, y ejecutados por sus afines en Asturias bajo no pocas presiones en muchos casos; la manifiesta inclinación de la opinión pública regional hacia las posiciones de Marqués, según se desprende de las encuestas hasta ahora difundidas; y la negativa de los socialistas a colaborar en el derribo del Gobierno autónomo con una moción de censura, han acrecentado la irritación en las filas del PP.

Resta por saber ahora qué quedará del PP al término de este proceso de lucha intestina. Un cualificado militante del PP asturiano confesaba en privado en las últimas horas: "El partido está desmantelado. No hay dirección. Todo se dicta desde Madrid. En la sede regional del partido no suenan ni los teléfonos". En estas condiciones se celebra la reunión del Comité Ejecutivo regional.

El comité analizará la nueva estrategia que habrá de adoptar el partido, una vez que la semana pasada perdió su condición de primera fuerza política en el Parlamento regional al pasarse al Grupo Mixto un total de tres diputados que desde que comenzó la crisis venían apoyando sistemáticamente al Gobierno de Marqués. En la misma reunión es previsible que se ratifique de manera oficial el nombramiento para distintas responsabilidades orgánicas en la dirección del partido de los tres miembros del Ejecutivo de Marqués que dimitieron el pasado mes de junio siguiendo instrucciones de la dirección del PP. Así, el ex consejero de Agricultura, Luis Peláez, será designado presidente de la Comisión de Agricultura y portavoz del partido ante los medios de comunicación; el ex viceconsejero de Asuntos Sociales, Javier Suárez Álvarez-Amandi, asumirá la coordinación del área social; y el ex vicepresidente del Gobierno, Ramón García Cañal, podría ser designado adjunto a la presidencia del partido a propuesta del presidente regional del PP, Isidro Fernández Rozada. El diputado Pelayo Roces asumirá la responsabilidad de las relaciones internas.

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