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Fallece Ted Hughes, el gran poeta que formó una trágica pareja con Sylvia Plath

El escritor británico, que padecía cáncer, deja una obra encendida y arrolladora

Isabel Ferrer

Las notas necrológicas, un auténtico género literario en el Reino Unido, sólo encontraron ayer un término para describir la figura de Ted Hughes: "Gigante". Poeta laureado y aclamado, su biografía siempre estuvo marcada por su trágico matrimonio con la escritora estadounidense Sylvia Plath. Hughes murió la noche del miércoles, a los 68 años y en la intimidad de su hogar. El poeta, solitario y retraído, había mantenido en silencio su lucha contra el cáncer. El poemario Birthday letters, publicado hace casi un año, fue calificado como su definitiva obra maestra.

La enfermedad de Ted Hughes resultó imbatible, pero él pudo saldar a tiempo sus cuentas con el pasado. Birthday letters, publicado en enero pasado, estalló en las manos de público y crítica como un grito incontenible. Su recuento de una relación que acabó con el suicidio de su esposa era también una lúcida confesión de un tiempo de amor y dolor que empañó incluso su reputación.Ted Hughes tardó 35 años en enderezar la historia tras ser convertido en el culpable mudo de la destrucción de uno de los modelos más clásicos de la causa feminista, una Sylvia Plath abandonada a su suerte en sus horas más bajas. El libro vendió 90.000 copias en pocas semanas y versos como "eras un nuevo mundo/ mi nuevo mundo/ así que ésta es América, me maravillé/ hermosa, hermosa América", le presentaron por fin como un marido doliente y atrapado, tan víctima como ella, en una de las relaciones literarias más trágicas de este siglo.

"Ted era un hombre extraordinario y encantador y uno de los grandes poetas contemporáneos. Su familia está deshecha y nosotros le echaremos muchísimo de menos". Matthew Evans, presidente de Faber & Faber, la editorial que ha venido publicando la obra de Hughes desde 1957, no ahorró ayer palabras a la hora de anunciar la muerte del escritor. El autor no quería que nadie conociera su sufrimiento y ocultó la gravedad de su enfermedad. Sólo su familia y algunos amigos íntimos lo sabían. Incluso la reina Isabel II, que le había otorgado hace dos semanas la Orden del Mérito, reconoció ayer su sorpresa. "La soberana está muy apenada por la pérdida y agradece más que nunca haberle podido honrar en vida", señaló el palacio de Buckingham en cuanto se supo la noticia.

Poeta de la naturaleza

La visita palaciega fue la última salida del escritor, que prefería la tranquilidad de su casa en Devon, en plena costa del sur de Inglaterra. Allí era donde mejor se encontraba. Desde su primera obra, Hawk in the rain, aparecida en 1957, fue considerado un poeta "de la naturaleza", su verdadera fuente de inspiración. Incluso el testimonio de su vida con Sylvia Plath, desgranado a lo largo de 88 poemas en Birthday letters, era como un huracán: misterioso y destructivo pero también de una belleza subyugante.Hughes era el hijo menor de un carpintero que sobrevivió a la matanza de la península turca de Gallipoli, durante la I Guerra Mundial. Los recuerdos de su padre, uno de los 17 supervivientes de su regimiento, fueron absorbidos por una obra poética tocada desde muy temprano por la lucha entre la vida y la muerte.

Durante su infancia paseó a menudo por los brezales de Yorkshire, al noreste de Inglaterra. De la desolación de aquellos páramos y el ritmo de la villa molinera donde nació, Mytholmroyd, extrajo un conocimiento profundo de su entorno plasmado con furia en los poemas. La pasión de su lenguaje contrastaba con su carácter, siempre ascético y reticente. Los críticos habían llegado a describirle como un poeta de tonos "no ingleses" por su lenguaje encendido y arrollador.

La pugna interior que le acompañaba no logró paralizar al chico del campo que obtuvo una beca para estudiar en Cambridge. Allí conocería a Sylvia Plath, con la que intimó de inmediato, atraídos ambos por sus mundos, en apariencia opuestos.

Criticado a veces por producir poco y con poca regularidad, Hughes ganó una pronta fama que resultaría traicionera. A él lo descubrió T. S. Eliot, otro poeta eminente. Ella estaba ya enterrada cuando sus versos empezaron a ser reconocidos. Tuvieron dos hijos, Frieda y Nicholas y, tras siete años de matrimonio, la abandonó por otra mujer, Asia Wevill, que también se suicidó. Plath no era ajena a la depresión cuando abrió la espita del gas del horno en 1963. A partir de entonces, de su torturada vida en común sólo quedó la imagen de una mujer luchadora y ultrajada.

Por la palabra

Más de tres décadas después, y sentenciado ya por el cáncer, Ted Hughes la recordó en una obra que ha sido comparada con Keats y Blake, otros gigantes de la poesía inglesa. El poeta había hecho algo más que publicar un libro extraordinario. Su prolongado silencio le permitió contemplar por fin con lucidez una de las mayores luchas íntimas de su vida.Birthday letters será tal vez presentado ahora como el epitafio simbólico de su carrera. Sin embargo, la traducción en verso de La metamorfosis de Ovidio, aparecida casi a la vez, refleja con igual precisión el esfuerzo de toda una vida dedicada a la palabra.

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