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Rascacielos

Parodiando el título de una película protagonizada por la divina Ariadna Gil, quisiera comenzar esta columna con una gracieta: "Odio tus rascacielos, rico". Sin embargo, aquí mismo se termina la gracia y empieza la "despondency" (desconfianza, desaliento, desesperación) que me inspiran los proyectos de la Comunidad, apoyados esta vez sin reservas por el Ayuntamiento, para obsequiarnos a los madrileños con una "Nueva Castellana", constituida sustancialmente por "de 10 a 12 edificios singulares" en los tres kilómetros previstos para la nueva prolongación de nuestro paseo más emblemático y (ex) señorial. Toda una cascada de cifras contundentes se desploma sobre mí desde las páginas de El País Madrid (3 de octubre, 1998), y también algunas opiniones tan singulares, al menos, como los futuros rascacielos incluidos en el proyecto Bofill. Cifras: se ampliará la edificabilidad de la zona en cerca de un 50%, pasando de 1,8 millones de metros cuadrados a 2,7 millones (a mí no me sale esta cuenta, ya sé que soy un matemático fatal). Y "basta con un 0,9 de edificabilidad", qué bien. Y la "Operación Chamartín", en que se engloba el proyecto, precisará 150.000 millones para acometer las infraestructuras que exige, Dios nos coja confesados.

Opiniones: dice el consejero Luis Eduardo Cortés -a quien siempre veneraré como hijo del gran Clodoaldo, fundador del restaurante madrileño Jockey, lo cortés no quita lo valiente y nunca mejor dicho- que "hay que hacer cosas que atraigan. Que la gente venga a ver la ciudad". Y que "hay que hacer un centro financiero", continuación del que existe en AZCA ("hace falta", vamos). Y que "la Comunidad quiere establecer una imagen más moderna y tecnológica de la ciudad". Y que los susodichos y dichosos "edificios singulares" deben mantener "una unidad estética que saque a Madrid del anonimato arquitectónico", caray.

Estas declaraciones de don Luis Eduardo Cortés, consejero de Obras Públicas y Urbanismo de la Comunidad de Madrid, me desazonan. Más: me aterrorizan. ¿Cómo puede meterse en política un señor de aspecto tan dulce y bondadoso, y que además "lo tenía todo", restaurante, gemología? Lo que no sé es por dónde empezar en la exposición de mis lesiones internas. ¿Por el final, aquello del "anonimato arquitectónico"? ¿En verdad esperaba la todavía capital de España que vinieran estos chicos, con sus "chirimbolos singulares", a sacarla del anonimato arquitectónico? Revolviéndose frenéticamente en sus tumbas deben estar, citando sólo unos cuantos botones de muestra, Felipe II y sus arquitectos Francisco de Mora y Juan de Herrera; Felipe III y Gómez de Mora; Felipe IV y Carlos María de Castro; Felipe V y Pedro Ribera. Un enorme y póstumo baile de San Vito agita sin duda las tumbas de Carlos III, nuestro rey-alcalde, y sus fieles Sabatini, Ventura Rodríguez y Juan de Villanueva. Y, saltando a nuestro siglo, descompuestito tiene que estar, ya lo creo, don Arturo Soria, que puso sus cinco sentidos en el proyecto y ejecución de la después architergiversada Ciudad Lineal. Los autores de El Viso, la Gran Vía, la Ciudad Jardín, la Universitaria, los Nuevos Ministerios o la mismísima Castellana "vieja" muertos han de estar, pero de risa. En fin, toda una juerga mortal... de necesidad.

Y estupefacción, ya digo, entre muchos de los madrileños todavía, milagrosamente, vivos. A los ciudadanos amantes (a pesar de los pesares) de aquel Madrid arquitectónicamente anónimo que el señor Cortés acaba de jubilar de un plumazo, a los escritores conservacionistas que pretendemos, tan incansable como infructuosamente, salvar nuestro pretérito de la quema, de la tala, de la suicida destrucción, hay otras muchas cuestiones relacionadas con la "Nueva Castellana" que nos preocupan. Por ejemplo, ¿cómo afectará la construcción de los "edificios singulares" a la vieja y hasta entrañable autovía de Colmenar, uno de los pocos lujos carreteriles de que, durante muchos años, disfrutamos los madrileños? Cuando todos esos señores de provincias vengan a "vérnoslos", ¿no se colapsará para siempre? Ya me sé la respuesta político-comunimadrileña-municipaliespesa: más asfalto, menos campo, los túneles que haga falta, mireusté. Más coches, ¡bieeen!

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