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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

'Match' nulo en Bosnia

ES LA botella medio llena o medio vacía; los resultados de las elecciones regionales y presidenciales de los pasados días 12 y 13 en Bosnia pueden contentar a casi todos los interesados, lo que suele ser lo mismo que decir que no satisfacen del todo a nadie.La comunidad occidental que defiende los acuerdos de Dayton, virtualmente constituyentes de una República de Bosnia dividida en una entidad serbia y otra croato-musulmana, había apostado fuertemente por los llamados moderados serbios, aquellos que están de acuerdo en mantenerse dentro de ese marco estatal, en contraposición a los radicales que propugnan la integración de la República serbo-bosnia de Sprska en la Serbia vecina, con capital en Belgrado.

Paralelamente, en el lado croata, todos los candidatos estaban formalmente de acuerdo en mantener esa Bosnia con vida, por lo cual no había moderados ni ultras a los que referirse, pero nadie ignora tampoco que esa aceptación se debe fundamentalmente a las presiones y subsidios occidentales, y no a clase alguna de entusiasmo bosniaco, que a lo sumo sólo pueden sentir los musulmanes, carentes de un Estado-patrón al que encomendarse.

Desde este punto de vista, los resultados son decepcionantes porque, en el plano regional serbio, los votantes han preferido a Nikola Poplasen, defensor de la idea de la Gran Serbia, sobre Biljana Plavsic, que propugna el mantenimiento de la entidad federativa bosniaca. Pero, al mismo tiempo, el ultraserbio Momcilo Krajisnik, acólito de Radovan Karadzic, hoy prófugo y acusado de crímenes de guerra, ha sido derrotado en las elecciones a la presidencia colectiva de las tres nacionalidades por Zivko Radisic, que acepta la realidad momentánea de esa unión.

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La contradicción entre unos resultados y otros no es tan grande como pueda parecer. En el plano autonómico, como también ocurre en otras latitudes, se vota al más nacionalista, al que parece defender mejor la nacionalidad asediada frente al mundo exterior, mientras que en el plano estatal se da otra templanza y una mayor atención a los compromisos internacionales de la República federada. Eso explica también que tanto los llamados moderados como los indudables ultras, una vez en el poder, se hayan de comportar de modo muy similar, porque quien manda hoy en Bosnia es el virrey europeo, el español Carlos Westendorp, y sin la ayuda económica occidental no habría Bosnia de ninguna clase, ni unida ni separada.

Por todo ello, y teniendo en cuenta que Occidente hizo un fuerte acto de fe votando y financiando un Estado que no está claro que quieran una mayoría de sus naturales, los resultados son soportables y hasta de un inteligente ecumenismo. Un ultraserbio en la casa regional y un serbio a secas en la capital federal de Sarajevo. Si no se ha ganado tiempo, tampoco se ha perdido, y en cualquier caso, la apuesta occidental hay que entenderla siempre al menos a medio plazo, a ver si el tiempo crea unos lazos que hoy evidentemente no tienen gran solidez. Por ello, lo que queda es seguir votando.

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