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La Iglesia católica europea viaja a Moscú para apoyar a sus fieles rusos

La jerarquía celebra su reunión anual

La jerarquía católica europea ha decidido apoyar y conocer más directamente a la Iglesia Católica rusa. Por estos motivos, el encuentro anual de secretarios generales de las conferencias episcopales de Europa se inició ayer en Moscú. Esta decisión se enmarca en un año en que la religión ha ocupado un lugar importante en el debate político en Rusia, un país donde la Iglesia Ortodoxa ha adquirido más influencia desde la caída del comunismo."La razón de la elección de Moscú como sede para este año del encuentro obedece al deseo del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) de apoyar y conocer más directamente a la Iglesia Católica en Rusia", según un comunicado dado a conocer ayer por los representantes de la iglesia católica española. Pero el contexto en el que se da esta reunión tiene matices.

En primer lugar se halla la aprobación por parte del Gobierno ruso de la controvertida Ley sobre la Libertad de Conciencia y las Asociaciones Religiosas. Esta ley, según han denunciado asociaciones de católicos y protestantes, favorece a la Iglesia Ortodoxa y margina con normativas discriminatorias a las otros cultos religiosos. En esta ley se incluye al cristianismo, al judaísmo, el islam y el budismo, como las religiones tradicionales en Rusia. Cuando Borís Yeltsin aprobó esta ley en septiembre del año pasado, el Vaticano y el Senado norteamericano manifestaron su malestar.

La denominada ley de religiones obliga a los grupos a demostrar su existencia legal en Rusia desde hace 15 años para tener la posibilidad de convertirse en organizaciones. Esta restricción, en el caso de Rusia, resulta una tarea muy difícil de cumplir, ya que estos grupos (evangélicos, bautistas, pentecostales, ortodoxos disidentes, islamistas y judios) vivieron en la marginalidad durante el régimen comunista. Además, la ley prohíbe realizar actividades misioneras.

En Rusia ejercen 190 sacerdotes católicos, y de ellos tan sólo una decena son rusos mientras que el resto son extranjeros (entre ellos hay dos españoles). Además, hay 170 monjas, que están en una situación similar. El hecho de que los sacerdotes y monjas católicos sean en su mayoría extranjeros ha sido utilizado por el Gobierno ruso para marginar aún más a estos cultos. En agosto de este año, las autoridades decidieron restringir a sólo tres meses los visados de entrada, en lugar de las visas plurianuales habituales.

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