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Opiniones y encuestas

JULIO SEONE Cuando finalice dentro de unos días la representación de lo ya pactado, con más o menos éxito de público, Valencia se incorporará de lleno a la interpretación de encuestas y sondeos de opinión pública, para ajustar programas y estrategias a la voluntad mayoritaria de los ciudadanos. Aunque las opiniones son meras expresiones verbales de pensamientos más íntimos y, por tanto, no tienen una correspondencia mecánica con las creencias y actitudes de los ciudadanos, los analistas políticos equiparan casi siempre la opinión pública con la verdad social. Dentro de poco tendremos ocasión de comprobar que, afortunadamente, las cosas no son tan sencillas. Los españoles en general, y Valencia en particular, tienden a percibirse de izquierdas, posiblemente por valoraciones históricas más que por contenidos ideológicos. De hecho, en los sondeos de opinión realizados durante la última década más del 30% y, a veces, casi el 50% se consideran de izquierdas. Es más, a principios de los años noventa, España aparecía en tercer lugar entre 40 sociedades, principalmente occidentales, clasificadas por orden en la percepción de pertenencia a la izquierda. En cuanto a la voluntad política de cambio social, al margen del contenido ideológico, casi el 90% de los españoles defienden una reforma social gradual o moderada, repartiéndose el resto entre los que pretenden unos cambios radicales o no desean ningún cambio social. Es decir, somos reformistas. Con este panorama, el problema electoral de los principales partidos políticos está bastante claro. En cuanto al espacio ideológico, tanto los votantes del PP como del PSOE perciben a sus respectivos partidos más a la derecha que ellos mismos y exigen un desplazamiento respectivo hacia la izquierda; de este sesgo de izquierdas sólo se libra IU que aparece, aunque no siempre, más a la izquierda que sus propios votantes. Sin duda alguna, un deslizamiento del PP hacia el centro le beneficiaría desde el punto de vista electoral; sin embargo, no está tan claro que un desplazamiento a la izquierda beneficie a los socialistas, que disfrutan de las ventajas actuales del centro izquierda. En cuanto a la voluntad de cambio social, existen pocos matices puesto que todos aparecen como reformistas. La única diferencia radica en que los populares están gobernando y, así, parece que tienen más posibilidades de producir cambios reales; mientras que los socialistas, por el contrario, no consiguen presentar en público una voluntad política integrada. En consecuencia, Zaplana tiene que intentar aproximarse al centro y la mejor manera de convencer sería rodeándose de personas que tengan claramente esa imagen, como pretende hacer Aznar en Madrid, pero quizá ya sea tarde para las elecciones valencianas. Tendrá que conseguir esa imagen mediante la palabra y el programa, y eso es bastante difícil por la desconfianza política existente. Sin embargo, Romero no tiene problemas de ubicación, está bien situado en el centro izquierda, pero tiene que probar que está preparado para la acción, que tiene voluntad de realizar cambios sociales. Y eso sólo se demuestra actuando ya, porque le queda muy poco tiempo. Zaplana tiene que moverse y Romero tiene que actuar. El resto depende del ciudadano.

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