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La meteórica caída de un joven tecnócrata

Serguéi Kiriyenko, joven tecnócrata con cara de niño, apenas ha permanecido cuatro meses al frente del Gobierno. Después de la destitución de Víktor Chernomirdin, tuvo que luchar durante un mes antes de lograr que la Duma Estatal aprobara su nombramiento. Su nombramiento, al igual que ahora su destitución, fue sorprendente. Nada indicaba que ese joven tecnócrata que había llegado a Moscú en la primavera del año pasado como viceministro de Energía, haría una carrera meteórica. Ya en noviembre fue ascendido a ministro. En marzo, el presidente Yelstin le ofreció encabezar el Gobierno. A pesar de su aspecto infantil, Kiriyenko demostró tener una voluntad férrea para continuar las reformas estancadas. Pero ante la crisis económica desatada en Rusia se mostró temerario.

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Kiriyenko estudió en el Instituto de Ingienería de Tranporte Marítimo, en Nizhni Nóvgorod. Allí dio sus primeros pasos en la política: dirigente de las juventudes comunistas en la época de la perestroika, apoyó al reformista Borís Nemtsov cuando éste se presentó a las elecciones rusas de 1990. Fue presidente de un banco local y de la petrolera Norsi Oil, hasta que Nemtsov le llevó a Moscú.

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