Juan Manuel Díaz recoge la vida mágica de El Malecón
Juan Manuel Díaz Burgos, fotógrafo cartagenés de 46 años, se enamoró de El Malecón habanero en 1995. "Estuve 14 días sacando fotos. Al año siguiente volví y estuve un mes entero, 24 horas al día. Cuando regresé a España tenía 6.000 negativos en total". La exposición El Malecón de La Habana, el gran sofá, que exhibe hasta el 16 de julio la galería madrileña El Coleccionista (Claudio Coello, 23), resume en una veintena de imágenes en blanco y negro "la vida, la magia y el misterio" que envuelven el área de Centro Habana.Esa zona ocupa apenas dos kilómetros, los que van de la Calle Prado (junto al Morro) a la de Belascoáin, pero es sin duda la parte más intensa, la más vivida, la que se convierte en una auténtica prolongación de la casa para muchos cubanos de ese barrio depauperado, y de ahí lo del sofá: "Lo escribió Rosa Regás en el libro que hemos publicado. Los habitantes de Centro Habana, donde las las condiciones de vida son especialmente duras, tienen en El Malecón la sala de estar. Y en los meses de más calor van allí a vivir, a refrescarse, comer, beber, hacer el amor..."
Díaz Burgos quiso reflejar ese mundo de niños tirándose al agua y parejas besándose sin recurrir al documento. "No quería caer en el estereotipo ni en la monotonía, sino contar mi visión personal de lo mágico y lo misterioso".
