Touraine, Bourdieu y la ortodoxia económica
El artículo de Alain Touraine titulado El regreso del populismo (28 de mayo) es un dramático ejemplo de la reacción nerviosa que sacude últimamente a los creadores de opinión que se consideran progresistas. Han encajado bastante mal la renovación del disentimiento social contra la ortodoxia económica establecida, e intentan recuperarse postulándose, una vez más, como mediadores.Sin embargo, no pueden disimular que ya hace tiempo interiorizaron esa ortodoxia como la única realidad posible. Se indignan contra los miembros de su generación que se han esforzado en desmontar una teoría económica decimonónica que sólo se sostiene al precio de un autismo permanente -apoyado por operaciones publicitarias para enseñar la auténtica economía a los no iniciados- respecto a las restantes ciencias -sociales y naturales-.
Ese ostracismo se transforma en rencor contra un sector no pequeño de economistas
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que hace ya tiempo ha propugnado una renovación de su disciplina, denunciando la degeneración de la ortodoxia como pura propaganda (en España, Sampedro, Naredo, Martínez Alier, entre otros muchos).
La arremetida contra Pierre Bourdieu en este contexto es reveladora, porque sus trabajos de sociología y etnología (bastante más valiosos que los del propio Touraine, pero con un sesgo político muy diferente) han contribuido a destrozar el mito del mercado libre, mostrando cómo todo orden económico es siempre el resultado contingente de un conflicto político, en el que se dilucida qué será o no será rentable y eficiente.
Bourdieu amenaza así con algo intolerable: una teoría social unificada. Touraine tacha de extrema izquierda propuestas que no hace mucho hubiesen sido consideradas de centro, y las relaciona vergonzosamente con el neofascismo.
La teoría social de Bourdieu permite arrojar luz sobre la posición -intelectual y política- de Touraine.-
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