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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Hermanas argentinas

Dos hermanas, supervivientes de un accidente que las deja huérfanas, intentan rehacer su vida trasladándose desde una ciudad del interior de Argentina hasta Uruguay, donde vivirán primero con unas tías y más tarde con un amiga de su madre.Una, Meme (Ingrid Rubio) ha quedado seriamente afectada por el accidente, y no sólo desde un punto de vista psicológico. La otra, menor, Anetta (Jimena Barón y Florencia Bertotti, según el discurrir del filme), tendrá en su hermana mayor un punto de referencia fuerte y conflictivo. Meme cree que debe hacer de hermana, madre y padre, aunque no siempre puede dejar de enfrentarse con sus fantasmas, entre los que el más elocuente es superar su merma física y canalizar su vehemente deseo de procrear. Varios años en la vida de ambas nos las mostrarán en sus alegrías y tristezas, sus encuentros y desencuentros, pero siempre con el norte orientado a no olvidar que lo que las mantiene unidas es un amor más allá de toda prueba.

El faro del sur

Dirección. Eduardo Mignogna.Guión: Mignogna, Aguirre, Oves, Félez. Fotografía: M. Camorino. Música: López Furst. España-Argentina, 1998. Intérpretes: Ingrid Rubio, Ricardo Darín, Jimena Barón, Florencia Bertotti, Norma Aleandro. Madrid: Lido, Canciller, Minicines, Vaguada, Peñalver, Princesa y Renoir Cuatro Caminos.

Como pasa venturosamente mucho en el último cine latinoamericano, El faro del sur es un abierto alegato a favor de los sentimientos, una película hecha desde el convencimiento de que no hay nada más importante que comunicar experiencias y hacerlo de la manera más directa posible. Dicho de otra forma, es una película honesta, tierna y desarmada, que no recurre nunca al distanciamiento, pero que deja a veces a los personajes desvalidos, a un paso de la caricatura. Aquí estamos ante la operación contraria: Mignongna, que sorprendiera con su Sol de otoño, trabaja con idénticos argumentos que en su cinta anterior. Y el resultado es un melodrama repleto de consideración para con sus personajes, recorrido unas veces por una subterránea, púdica corriente de alegría; otras, tempestuoso y rotundo.

Y lo es a partir de lo que siempre ha sido el buen arte de narrar: personajes concienzudamente descritos, actores soberbios (¡qué belleza la naturalidad de la gran Norma Aleandro!) y no todos en registro similar: mientras Jimena Barón y Florencia Bertotti se mueven con intuición genial, Ingrid Rubio está forzada por un acento que no es el suyo y que, en ocasiones, le juega malas pasadas. Sin embargo, su brío es notable y no desaprovecha la ocasión de bordar una meritoria actuación. Al filme le sobra alguna deriva de guión, que podría haber sido más ajustado a la temporalidad que propone, pero esto no borra el encanto de un filme hecho desde el corazón.

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