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Montserrat Caballé vuelve «orgullosa» al Real y afirma que creyó «que nunca lo conseguiría»

La soprano catalana ofrece hoy en Madrid un recital benéfico para Proyecto Hombre

Jesús Ruiz Mantilla

Montserrat Caballé llega al Real a triunfar con una muleta en la mano y la lengua fuera. «Estoy orgullosa de volver a actuar aquí. Pensé que nunca lo conseguiría», afirma descansada. Y es que la gran soprano catalana tuvo terror a que no se acabaran las obras y otros obstáculos, que han hecho imposible su presencia en este escenario hasta hoy, a las 20.00, acompañada por la Orquesta Sinfónica de Madrid y bajo la batuta de José Collado. Será a beneficio de Proyecto Hombre, asociación dedicada a la rehabilitación de toxicómanos, y con todas las entradas vendidas.

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Caballé ofrece esta noche un recital en uno de los escenarios que para ella son «un sueño». «Este teatro para muchos cantantes ha sido como un búnker», asegura. El programa de su reaparición en el Real apunta que lo hace a beneficio de Proyecto Hombre y bajo la «presidencia de honor de su Majestad la Reina de España», pero ésta no acudirá, debido a su viaje a Grecia. «No importa que la Reina no esté», dice Caballé, «lo importante es sentir que trabajas por algo que ella apoya al máximo».La familia Caballé llegó a Madrid ayer a las cinco de la tarde, cuando ella tenía previsto presentarse ante los medios de comunicación a la una y media. Pero en Barcelona caían chuzos de punta y tuvo miedo de volar. «Yo con ese tiempo no vuelo», dice, «así que llamé a Bernabé, mi marido, y le dije que nos íbamos en coche. Casi no llegamos porque de Barcelona a Lérida no hemos podido pasar de 60 o 70. Una delicia para los guardias, vamos».

Vestida en tonos azules y gris perla con la muleta a juego -debido a un derrame en una pierna-, Caballé acaba con una carcajada cada afirmación. Es una risa sana y contagiosa que fue muy coreada por el respetable. La soprano llegó puntual a su segunda cita y se sentó en la sala de prensa junto a José Collado, en una mesa , delante de un tapiz enorme y sobre una alfombra mezcla de tonos celeste y ladrillo.

La soprano, de 66 años, es consciente de que ya no da la talla para ciertas cosas e impartió toda una lección de dignidad profesional. Aseguró que nunca volvería a cantar Norma de Bellini, un papel que ella hizo como nadie a principios de los años setenta. «Para cantar Norma », dijo, «hay que tener una autoridad que ya no tengo. Es una ópera en la que hay que disfrutar cada nota, hay que gozarla para cantarla y yo ahora no tengo por qué gritarla». Afirmó todo esto sin perder la sonrisa y sin despeinar su pelo negro recogido hacia atrás. «Llegar a mi edad con canas es algo ennoblecedor. Yo me las tiño, pero siempre me dejo alguna ».

Pero no hay quien la pare. La cantante lanzó un órdago a Collado para volver a Madrid con un papel en cualquier ópera. «Tengo cinco», le dijo, «¿Vosotros qué tenéis?». Collado sonrió y no pudo evitar invitar a la soprano a hacer lo que ella quisiera. Una actuación a la carta, vamos. «Estoy seguro de que podremos poner los medios para complacer a la señora Caballé», dijo.

Caballé aún dio más pistas sobre cómo le apetecería reaparecer en un montaje en Madrid: «Verdi», dijo, aunque tampoco le hizo ascos a una hipotética Salomé. «Si es con Bob Wilson, vale», y se quedó tan ancha. Da la casualidad de que Wilson, el director de escena, está programado para la temporada siguiente en el Real con El cuervo blanco , de Phillip Glass, así que Collado se comprometió a tantearle.

Diplomacia

Sobre la posibilidad de dirigir montajes operísticos como hacen algunas sopranos de su generación -Renata Scotto, por ejemplo-, aseguró que no lo haría porque para ser director de escena «hay que ser muy diplomático». También desterró la posibilidad de enseñar, otra de las preferencias de las sopranos de la tercera edad . «No tengo capacidad para enseñar.Puedo contar lo que he hecho, pero no sé enseñar». En el programa de esta noche, Caballé mezclará arias de Rossini, Cilea, Verdi y Massenet con piezas de zarzuelas como El rey que rabió, El dúo de la africana o El barberillo de Lavapiés. A la cantante no le da miedo la experiencia y está deseando volver a sentir la acústica del teatro, que era para ella «perfecta». Además se mostró ilusionadísima por probar los cambios y las nuevas tecnologías del recinto. «Me han dicho que todo funciona de maravilla, que hay cosas que van p"arriba, p"abajo, p"atrás y p"alante», aseguró con aire castizo y dejando en un rincón su cerrado acento catalán.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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