Deportistas y de centro

«LOS JÓVENES no son como los de antes», repiten quienes, a su vez, no fueron iguales que sus mayores. El cambio va indisociablemente unido a la juventud, aunque con frecuencia ese cambio no ofrezca el perfil que, por haber sido el santo y seña de alguna generación, se espera ya de todas las siguientes. La encuesta realizada por el Instituto de la Juventud entre 12.000 españoles de 12 a 24 años no sólo describe las grandes líneas de comportamiento de los jóvenes, sus preferencias e incluso su ideología, sino que rompe algunos tópicos enraizados entre los adultos acerca de los modos y maneras de los menores de 25 años.Uno de los más extendidos es que los jóvenes son mayoritariamente de derechas, una afirmación que ha sustentado gran parte de las elucubraciones sobre las diferencias con generaciones anteriores. Sin embargo, la encuesta dibuja un panorama escindido entre más de un tercio de indiferentes, que no adoptan posición política, y, entre quienes sí toman posiciones, una mayoría se concentra en las bandas de centro derecha y centro izquierda. La conclusión es que los jóvenes se inclinan por posiciones centristas, moderadas, aunque no derechistas. Este rasgo parece sólidamente unido al hecho de que viven en una sociedad estable, democrática, de relativo bienestar, sin patrones de referencia negativos a los que combatir de forma abierta.

Especialmente desacertado parece el tópico de la adicción extrema de los jóvenes al ordenador, el nuevo juguete totémico que ha sustituido rápidamente a la televisión. Aunque el 34% de los encuestados lo tiene, prueba de que se ha convertido en un objeto doméstico, sólo el 18% lo utiliza alguna vez, y apenas la mitad de ellos lo hace de forma exclusiva o excluyente. Otro tópico que se desmiente es el de la participación masiva en el voluntariado juvenil, símbolo de solidaridad; ni siquiera el 3% de los consultados interviene en tareas sociales, aunque quienes lo hacen dedican mucho tiempo y esfuerzos.

El perfil de los jóvenes que dibuja la encuesta es perfectamente coherente con el signo de los tiempos. La tendencia a la moderación política, la atracción del centro, es parte de esta corriente. Hay otras igualmente significativas. Por ejemplo, el aumento espectacular del número de jóvenes que hacen deporte y la disminución igualmente espectacular de los que leen. Las más negativas son su participación en la violencia callejera, como víctimas o como incitadores, que también va en aumento, y el consumo de alcohol y de otras drogas. Quizá la persistencia de elevados niveles de paro (más del 40% en muchas zonas), la mímesis acrítica de los comportamientos de otras sociedades y la creciente indiferencia de los adultos hacia la educación de los más jóvenes expliquen esta inmersión paulatina en modos de conducta más violentos. Es hora de interrogarse seriamente sobre cómo atajarlos.