_
_
_
_
_
Reportaje:

Una catedral en la UVI

El parte de ingreso se registró en 1992. Tras la visita de varios especialistas a la Catedral Vieja de Vitoria en el lugar donde se asienta desde hace seis siglos, en la colina del Casco Medieval, uno de los puntos más altos de la ciudad, se decidió que había que intervenir con urgencia. Estaba agonizando. Así que setenta médicos se pusieron a trabajar en una UVI especialmente diseñada para la enferma. Varios meses después se restringió la entrada al público y se empezó a elaborar un estudio hasta entonces desconocido en Europa. Por primera vez una catedral entera, desde el subsuelo a lo alto de su torre gótica, sería explorada hasta el último rincón, con un trabajo integral repartido en 25 equipos que han reconstruido en un programa de ordenador cada piedra. En ese gran laboratorio de arcos ojivales y sobrias columnas tienen cabida especialistas de todos los terrenos: arquitectos, físicos, biólogos, informáticos, geólogos, ingenieros agrónomos, restauradores, sociólogos, arqueólogos, químicos, veterinarios; o también profesionales más rebuscados, como restituidores fotogramétricos, inspectores termográficos o vidrieros. Unos han identificado las canteras de donde se extrajeron las piedras originales. Otros han fotografiado cada centímetro de la catedral con un método -la fotogrametría- conocido en geografía para, de este modo, monitorizar los planos y nominar a cada elemento del edificio dentro de un complejo programa de ordenador. Otros han determinado la influencia de los musgos y líquenes en la salud de la piedra, también se ha sometido a las paredes a radiografías y endoscopias, y a las grietas, a un seguimiento especial que detecta hasta el más mínimo movimiento. La enferma tiene niñeras las 24 horas del día. Y eso que artísticamente Santa María siempre fue una segundona, oscurecida por la verticalidad de la catedral de Burgos y, desde el siglo pasado, también por su vecina la Catedral Nueva. Pero precisamente su tamaño manejable ha permitido una intervención integral. La catedral nació ya desvalida. Nada más inaugurarse se tuvieron que colocar unos resortes -los arcos del miedo- para que no se cayera el crucero. Desde aquel primer parche, en el siglo XIV, se han sucedido más de cien intervenciones. La última, hace sólo tres décadas y posiblemente una de las menos afortunadas. "Debieron de decir: "como esta iglesia no es muy gótica, vamos a hacer que lo sea más". Así que la maquillaron por completo", barrunta Juan Ignacio Lasagabaster, jefe de Patrimonio Histórico de la Diputación de Álava y coordinador del Plan Director que se presentará en Vitoria entre los días 20 y 23 de mayo en el Primer Congreso Europeo sobre Restauración de Catedrales Góticas. Santa María será la estrella. Un viaje interior Un viaje al interior del templo significa explorar Vitoria entera desde su fundación, o incluso antes, porque es uno de los edificios más antiguos del Casco Medieval, y las excavaciones arqueológicas han puesto al descubierto restos de una iglesia y de poblaciones anteriores a 1181, año del nacimiento oficial de la ciudad. Media catedral tiene por pared la vieja muralla defensiva. Mantiene incluso su espectacular paso de ronda y en algunos tramos abarca cuatro metros de grosor. Pero todo no es ni parece tan estable en el edificio. En ciertas altitudes parece de papel de fumar. Por ejemplo, subirse al triforio -pasillo que recorre interiormente la parte más alta del edificio- es como ocupar el puesto del vigía de un barco. Ni una sola línea se ve recta. Ciertas columnas quieren parecerse al arco de Robin Hood. Los científicos empiezan a encontrar explicaciones, o cuando menos hipótesis, que en el congreso de finales de mes se concretarán. "Probablemente la catedral no se terminó en el siglo XV, sino que hubo una etapa en que se paralizaron las obras", comentan los expertos. Cuando se retomaron se hizo la parte más elevada y las bóvedas, "pero con un gótico de peor calidad, como si hubiese venido una segunda división de equipos de trabajo", añaden. El resultado: una enferma crónica, y ahora también anciana. Los seis años de estudios han servido, al menos, para detectar los males y para proponer soluciones. Además, ahorrarán un meticuloso trabajo a futuras restauraciones o intervenciones en el edificio. Por fin existe un inventario de todos los parcheos anteriores y también un mapa exacto de la iglesia. "No trabajamos en planos, sino en ordenador. Tenemos un modelo virtual, pero que es real en su geometría", explica el responsable del estudio. "En la restauración de los años 60 trabajaban sobre planos que tenían un margen de error de cuatro metros". De nada serviría un plan tan ambicioso si se estanca en el diagnóstico y no se curan las heridas del templo, aunque para ello habría que multiplicar los 150 millones de pesetas invertidos hasta el momento en la operación. Será necesaria "una obra no muy grande, pero sí complicada", adelanta Lasagabaster. "Las deformaciones se quedarán en su sitio. Es un anciano condenado a ser vigilado de por vida. Requerirá pequeñas prótesis". Quede como quede la rehabilitación, el coordinador del Plan Director nunca repetirá las palabras pronunciadas por el obispo de la diócesis de Vitoria en 1967, al inaugurar la última reforma: "La catedral se ha salvado para otros 600 años".

Más información
Una tos que se siente en Roma
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_