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Crítica:CINE:"MENSAKA"
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Otro brote de talento

La ficción novelesca, un poco plana y esquemática, que cuenta Mensaka podría haber dado lugar a una película de parecida condición, pero no ha sido así: la imagen multiplica el corto alcance de la anécdota. En la pantalla, la endeble historia adquiere fuerza, variedad y riqueza, porque la tienen sus personajes tal como están encarnados por sus intérpretes. Una trama argumental de escaso fuste es convertida por un guionista claro y generoso en una buena percha libre, que deja abierto el relato a que lo empujen desde dentro los intérpretes y saquen de él incluso lo que no tiene, conducidos por un director igualmente transparente y generoso, que no los reduce a prolongaciones suyas o a marionetas de una petulante pretensión de estilo, sino que les da la iniciativa creadora para que sean ellos quienes despierten emoción y la conduzcan.Dice, y dice bien, García Ruiz que concibió e hizo Mensaka como película de actores, y ahora, ya hecha y vista desde fuera, queda añadir que -no podía funcionar esa su idea de otra manera- de magníficos actores, porque lo que éstos hacen, y hacen mejor que bien, no es fácil de hacer. De otra manera no hubiera sido posible la fuerte sensación de solvencia que despide, incluso cuando balbucea, una pantalla hecha por novatos o casi novatos. En el cine español reciente están surgiendo un buen número de películas de esta especie iniciadora del despertar de uno o varios talentos, pero muy pocas son convincentes. La mayoría es ganga, morralla, pero Mensaka, en cambio, es una de esas raras primeras películas que no lo parece, que viaja apoyada por un equipaje de buen oficio, por lo que logra convertir en virtudes de llegada sus defectos, como esa aludida cortedad de la peripecia argumental, de partida.

Páginas de una historia

MensakaDirección: Salvador García Ruiz. Guión: Luis Marías, basado en la novela de José Ángel Mañas. Fotografía: Teo Delgado. Música: Pascal Gaigne y Los hermanos Dakton. España, 1998. Intérpretes: Gustavo Salmerón, Tristán Ulloa, Laia Marull, Lola Dueñas, Adriá Collado, María Esteve, Sandra Rodríguez, Guillermo Toledo. Estreno en Madrid: cines Princesa, Renoir Cuatro Caminos, Acteón, Aluche, Vaguada, Canciller, Roxy, Lido, UGC Cine Cité, Conde Duque Santa Engracia.

Sencillez

La clave de esta conversión en Mensaka de la ganga en oro está en la construcción -desvelada por García Ruiz con mirada limpia y directa, con sencillez y sin los habituales bailes de san Vito de la cámara, es decir: lejos del gestualismo amanerado en boga dentro del cine de o sobre jóvenes- de los personajes por una decena de intérpretes casi aprendices bien conjuntados e interrelacionados por el director, entre los que hay dos actores (Gustavo Salmerón y Tristán Ulloa) y dos actrices (Laia Marull y Lola Dueñas) que se salen de la pantalla y forman en la memoria de ella un cuarteto de rostros con calidades que nos ponen ante el asombro. Es el caso de Lola Dueñas, que compone desde dentro, sin acudir a la menor explicitud, un difícil personaje a la deriva, y le basta para transmitirnos su dolor y su enigma la primera escena en que aparece. Y el de Laia Marull, que hace que su Beatriz convenza y conmueva sin esfuerzo, a la manera de una fascinante desconocida a la que, viendo la facilidad, la hondura y la luminosidad con que su rostro se abre ante la indagación de la cámara, se tiene al verla actuar por primera vez la inexplicable impresión no de descubrir, sino de recordar.Basta este estallido de nombres -un nuevo director con pulso recio y varios intérpretes desvelados por su solvencia- con armas y ganas de abrir caminos en el cine español que viene, para que Mensaka no sólo sea una película viva, sino necesaria, el vehículo de otro brote -y no abundan tanto como el optimismo ingenuo cree- de verdadero talento en la plaga de simulaciones de talento que pringan de confusión la salida a la luz de nuevas gentes que aguardan su hora de dar lo que llevan dentro a nuestras pantallas.

Para el director de esta buena película y sus magníficos -es en este apartado donde más singulares hallazgos ocurren en nuestro cine reciente- intérpretes, parece que esta hora les acaba de llegar.

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