La policía busca en el vertedero del Garraf a la joven de Cornellà desaparecida
La familia de Cristina Bergua Vera, la joven de Cornellà que desapareció hace 13 meses sin dejar rastro, vive desde ayer con el corazón en un puño esperando un desenlace fatal. Los padres de la joven conocieron por los medios de comunicación que la policía está inspeccionando el vertedero del Garraf desde hace unos días ante la posibilidad de que el cuerpo de su hija se encuentre sepultado entre las toneladas de residuos que se acumulan en el basurero metropolitano.
La llamada de una emisora de radio a primera hora de la mañana de ayer, después de que La Vanguardia adelantara la noticia de la búsqueda de la joven en el vertedero, sorprendió a los padres de Cristina, que cuando desapareció tenía con 16 años. La posibilidad de encontrar muerta a su hija era una hipótesis que los padres de la joven se habían acostumbrado a tener en cuenta. "Siempre he tenido en la mente que mi hija no había marchado voluntariamente de casa", aseguró el padre, Juan Manuel Bergua. La juez que instruye el caso, María Sanahuja, ordenó el registro del vertedero del Garraf después de que otras actuaciones, como el rastreo de los colectores de Cornellà y el peinado de las márgenes del río Llobregat, no dieran resultado. El registro del vertedero es sumamente complejo. En el Garraf se depositan diariamente cerca de tres millones de kilos de basura procedente de Barcelona y los municipios de su área metropolitana: algo más de un millón de toneladas han ido a parar al vertedero desde la desaparición de la joven. La zona que está siendo registrada ocupa 100 metros cuadrados y es aquella en la que se fue depositando la basura en los días posteriores a la desaparición de Cristina Bergua. Esto es posible porque el Ayuntamiento de Barcelona, propietario de la instalación, dispone de unos mapas que reflejan las fechas de depósito de basuras en cada lugar. La actuación es delicada, además, porque los gases que produce la fermentación de la basura son muy tóxicos y afectan a los operarios que criban los residuos. La actuación policial vuelve a situar al novio de Cristina, Javier Román, de 26 años, en el centro de todas las miradas. Pese a que Román ha sido interrogado en varias ocasiones y ha incurrido en contradicción, nadie ha podido señalarle como responsable de la desaparición. La familia de Cristina nunca ha llegado a acusarle, pero sí ha mostrado su enojo por la reacción del joven, que desde el primer día se apartó de la tarea de buscar a la muchacha. Para la policía, sigue siendo el principal sospechoso. Román, que fue la última persona que vio a Cristina antes de su desaparición, aseguró que ésta se despidió de él alegando que iba a cenar con unos familiares. Los padres de la joven han negado la existencia de la cita y algunas de sus amigas han asegurado que aquel día la chica tenía intención de romper con Román. A las nueve de la noche se separaron en una zona de ocio. El calendario marcaba el 9 de marzo de 1997 y para su familia el tiempo se detuvo en esa fecha.
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