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Entrevista:

"El instinto vital da armas contra la muerte"

Cirujano y profesor de Historia de la Medicina en la Universidad de Yale (EE UU), Sherwin B. Nuland (67 años) transmitió al mundo, a través de su best seller Cómo morimos, publicado en 1994, un sentido natural de la muerte que elimina todo tabú que la identifique con la derrota y el miedo. El pasado lunes 23 de marzo llegó a España para presentar su segundo ensayo, La sabiduría del cuerpo (Alianza Editorial), una exposición sobre la fuerza biológico-espiritual del ser humano para conservar la vida en momentos extremos cuando realmente quiere seguir viviendo.Pregunta. A raíz de su primera obra, no dejó clara su postura hacia la aceptación de la eutanasia.

Respuesta. El problema es distinguir qué papel juega el médico: el de prolongar la vida o el de eliminar el sufrimiento humano. Si sólo se lucha por la vida, nunca se estará a favor de la eutanasia. Sin actuar a la ligera, tenemos que ayudar a estas personas. Yo sólo he tenido que participar en dos casos de eutanasia.

P. ¿Cómo diferenciar el deseo propio de vivir del estímulo que pueden ofrecer los demás?

R. Lo más importante es saber que nuestros cuerpos están hechos para vivir. Tenemos millones de mecanismos de equilibrio para mantenernos sanos. Existen agentes químicos, enzimas que viajan por todo el ADN buscando el error, y cuando lo descubren lo arreglan y lo vuelven a poner en posición correcta. Esto sólo se sabe desde 1994. En todos nosotros funcionan agentes bioquímicos, físicos y sociales, pero también el espíritu. El espíritu entendido como el resultado de los mecanismos biológicos de adaptación que protegen nuestra especie y del amor entre los humanos.

P. ¿Qué falla entonces cuando se produce un cáncer?

R. Somos milagros, pero tenemos pequeñas fugas. La necesidad de morir también está dentro de nosotros. Aun así, tenemos una mente tan extraordinaria que cogemos el instinto de vida, lo hacemos más fuerte y lo aplicamos voluntariamente a la consciencia, lo que nos da más armas contra la muerte.

P. Si el cuerpo es tan sabio, ¿por qué no fumar?

R. Esto es complicado. Se cree que el instinto de vida siempre se identifica con el placer. Y la paradoja es que el placer puede acabar llevando al instinto de morir.

P. ¿No interviene el factor culpabilidad que fomentan determinadas políticas?

R. Todos los que fuman y beben se sienten culpables por sí solos. También es cierto que hay una corriente culpabilizadora, muy fuerte en mi país, por ejemplo. En cualquier caso, hemos descubierto que la culpa lleva a la depresión y la depresión conduce a enfermedades físicas graves. Cada vez estamos aprendiendo más sobre la influencia de las emociones en las enfermedades físicas.

P. ¿Queremos vivir realmente? ¿Por qué nos aplicamos entonces mecanismos autodestructivos como el consumo de drogas o el estrés?

R. Freud solía hablar del instinto de muerte y del instinto le vida (Eros, Tánatos) dentro del ser humano, y es lo que somos, vivimos en conflicto. Somos criaturas en conflicto. El deseo de vivir, incluso ante enfermedades graves, hace que los últimos días transcurran de una forma más feliz. Aceptar la muerte es parte de la voluntad de vivir, porque queremos pasar ese tiempo que nos queda de la mejor manera posible.

P. ¿Necesita el individuo la gran prueba de la proximidad de la muerte para aprender a vivir?

R. He tenido pacientes que, incluso con un trasplante de corazón, seguían fumando y llevando una -vida poco sana. Pero cuando se han encontrado en un momento de crisis grave, han cambiado totalmente de conducta.

P. Al margen de la sabiduría del cuerpo para sobrevivir, ¿no da mayor seguridad el disfrutar de una política sanitaria pública?

R. Desde mis años de instituto, en 1948, defendí la asistencia pública. Es muy importante. En mi país, el 15% de la población no tiene ningún seguro sanitario, y eso representa 30 millones de personas más necesitadas de apoyo.

P. Existen muchos pacientes que creen en la píldora mágica para curar todos sus males.

R. El público tiene unas expectativas demasiado altas hacia lo que puede hacer la ciencia médica, y esta ciencia no explica sus propios límites, hace creer que lo puede ofrecer todo. Esto, simplemente, no puede ser.

P. ¿Por qué habló primero de la muerte y no dé la vida?

R. Cuando uno ha sido un cirujano durante 30 años y ha estado anclado viviendo las enfermedades y las miserias, tiene necesidad de hacer una catarsis. Una vez que saqué esta experiencia de mí mismo, descubrí la fuerza de la vida y lo importante que son el amor y el espíritu humano para apreciar la vida, consciente de que, Dios para unos y otras fuerzas para otros, habían creado algo maravilloso.

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