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Varios escritores españoles evocan en Lisboa la fascinación, el misterio y la sensualidad del mar

La reunión literaria acaba destacando el sarcasmo mediterráneo y la ironía atlántica

Los 50 escritores y académicos españoles reunidos en Lisboa durante las jornadas sobre Los narradores y el mar, que fueron clausuradas ayer, han evocado durante tres días la fascinación y el misterio que los océanos han provocado a lo largo de sus vidas y en su obra. Los catalanes Esther Tusquets y Manuel Vázquez Montalbán recordaron en la capital portuguesa que los mediterráneos han sido siempre "Iúdicos, sarcásticos y sensuales", mientras los atlánticos han estado dominados por la melancolía y un sentido del humor mucho más irónico"

Durante la clausura del encuentro literario, organizado por la Comisaría de España para la Expo-98 de Lisboa, Luis Miguel Enciso, responsable del pabellón español, destacó la diversidad y calidad de las intervenciones de los participantes, la mayoría de los cuales recordaron la influencia que los mares han ejercido a lo largo de su adolescencia, prestando así un testimonio sencillo y auténtico de su vida y, consecuentemente, de sus obras.Esther Tusquets recordó que su padre, un "ultraconservador"; creía que "el mar era profundamente inmoral", mientras su madre, "más liberal aunque también de la alta burguesía", opinaba que "sólo los memos iban al campo y a la montaña". La escritora, finalmente, optó por el Mediterráneo que, sin duda, "es una incitación a la sensualidad y al pecado que os recomiendo a todos". La narradora y editora catalana reconocía a este periódico: "Existe un modo de ser mediterráneo; somos más lúdicos, más abiertos, más espontáneos; somos sensuales, mientras los atlánticos, los nórdicos, los portugueses, son más melancólicos".

Manuel Vázquez Montalbán coincidió en que los mediterráneos son "más sarcásticos, mientras los gallegos y los portugueses tienen un sentido del humor más irónico; es otra visión del mundo, otra luz, otra manera de ver las cosas, aunque poco a poco se tiende hacia la uniformidad". Lourdes Ortiz explicó que el mar le evoca siempre "el goce del cuerpo; el sol, la arena, el vino y el agua". Y recordaba que uno de sus libros, Camas, recoge "la belleza y el goce del amor en una playa solitaria".

La académica Ana Maria Matute contó que no siente el mar de una manera especial, porque ella misma "se siente parte del mar" en un extraño viaje a lo desconocido donde siempre ocurren cosas maravillosas y horribles. Soledad Puértolas, escritora de secano, nacida en Zaragoza pero anclada ahora en las Rías Bajas: "El mar siempre me ha provocado una enorme curiosidad; recuerdo el Cantábrico como un verano lujoso con los aperitivos en una barca, alejada de la playa; el Mediterráneo como más desordenado, más caótico y más promiscuo; ahora las Rías Bajas me transmiten la calma, la dulzura y una enorme paz personal".

Al contrario que la mayoría, la periodista y escritora Rosa Montero reconoció: "El mar no ocupa un lugar importante en mi imaginario", y precisó que no hay por qué lamentarse de ello -" cada uno escribe de lo que piensa y de lo que siente"- Daniel Múgica restó valor a la imaginación y sostuvo que la literatura le importa "poco"; "lo que me interesa más es la vida", dijo. Aun así, leyó un texto en el que describía al mar como una mujer " porque la mujer es un océano en el tiempo".

El ganador del último Premio Planeta, Juan Manuel de Prada, aludió a una obra de Fernando Pessoa (El marinero) y a un cuento de Borges (Las ruinas circulares) para explicar su visión sobre el mar como una inagotable fuente de sueños y de inspiración para la imaginación que nos permite crear vidas que no hemos vivido.

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