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Crítica:48º FESTIVAL DE BERLÍN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Jeroen Krabbé explora con emoción las huellas de la permanencia del holocausto en Europa

'El país del silencio' confirma la progresiva pérdida de identidad del cine ruso

ENVIADO ESPECIAL Las maletas perdidas, primera película que dirige el actor holandés Jeroen Krabbé, fue recibida ayer calurosamente en el festival berlinés. Lleva dentro un abordaje sencillo de un asunto que no lo es: las huellas que los judíos europeos supervivientes del Holocausto han dejado en la conciencia de sus descendientes. Krabbé, que es judío, sabe de qué habla y esto se nota en la pantalla. Deja en cambio indiferente El país del silencio, de Valeri Todorovski, que confirma la galopante pérdida de identidad que padece el cine ruso.

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Silencio nada elocuente

El aspecto obstinado e inteligente que Krabbé ofrece en sus interpretaciones, lo mismo dirigido, por Paul Verhoeven que por Barbra Streisand, Chris Menges, John Irving y otros realizadores de las dos orillas del Atlántico, se confirma cuando en Las maletas perdidas se oculta detrás de la cámara, proyecta generosidad sobre la pantalla y luego, cuando le preguntan por qué y cómo se ha metido en esa aventura, lo cuenta con gran precisión y elegancia."Acepté interpretar Las maletas perdidas", recuerda, "porque conocía la novela de Carl Friedman y luego, al leer el guión de Edwin de Vries, porque me di cuenta de que me concernía personalmente y no quise arriesgarme a que el director me arrinconase en la pasividad. Yo no podía quedarme con los brazos cruzados en un asunto que he vivido en mi infancia, en los años cincuenta, porque provengo de una familia judía de Amsterdam, de la que sólo una persona, mi madre, sobrevivió al Holocausto. De eso trata la película y por eso quise dirigirla yo".

Y lo hizo. Con pudor, con equilibrio entre la emoción y el tacto, procurando que su mirada pasase inadvertida y no incurriese en excesos de presencia. Incluso detrás de la cámara, Krabbé sigue siendo actor, persona consciente de que ante los focos se está dejando la piel. Las maletas pérdidas es una película de personajes y por ello de actores. Isabella Rossellini, Topol, Laura Fraser, Maximilian Schell y el propio Krabbé, cuando sale a escena, son los portadores de las riendas del relato, los ejes alrededor de los que gira la sombra silenciosa de la conciencia del Holocausto, cuestión para este actor, y circunstancial director, obviamente sagrada.

"Los intérpretes", dice Marianne Saegebrecht, "aunque llevamos Las maletas perdidas en su pasado por otras personas, nos movemos por dentro y experimentamos modificaciones mientras encarnamos el infortunio y el silencio de estas gentes, porque nos esforzamos en hacer nuestro el enigma que ellos arrastran". Dice bien la actriz alemana. Y añade Krabbé: "No hay respuesta posible a este enigma. Ante el Holocausto sólo el silencio dice algo, alcanza algún grado de elocuencia. Aquella espantosa tragedia depositó en la conciencia de los supervivientes una mudez tan intensa que yo mismo, que la viví de cerca, no pude sacar una sola palabra de ella en la escena en que mi personaje intenta, y sólo consigue contener un sollozo, explicar a la muchacha que cuida a su hijo por qué éste, aun sabiendo ha blar, ha decidido adoptar el silencio como su idioma, pese a tener sólo cinco años".

Interioridad

Esta metáfora, o este enigma del niño silencioso, es la llave de acceso a la interioridad de la película. Porque Las maletas perdidas es más que una ficción con ambiciones de reflejo realista de la vida cotidiana de un puñado de supervivientes del Holocausto y sus familias en el barrio judío de la ciudad de Amberes, Bélgica, a mediados de los años setenta. Es también, y sobre todo, la indagación, dentro de esa metáfora o de ese enigma encarnado por un niño que no habla sin ser mudo, de la persistencia, ya casi con carácter de genética, del Holocausto en la conciencia del pueblo judío europeo, alertada por el resurgir del fascismo en sus alrededores, otra vez convertidos en el territorio de la Bestia.Las maletas perdidas es una película modélica dentro del apartado de las dirigidas por actores. Hay algo en estas películas, una especie de soltura en los intérpretes, que sólo cuando hay un colega suyo detrás de las cámaras es posible percibir. La capacidad del actor convertido en director para ponerse dentro del pellejo de los que componen el reparto es utilizada por Krabbé con un derroche de sentido de la sencillez y de la generosidad, lo que convierte a los actores en verdaderos autores de esta película y en fuente de la carga de ideas y emociones que lleva dentro.

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