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Muere a los 95 años el premio Nobel islandés Halldór Laxness

Las novelas del escritor ponen al día las antiguas sagas de la isla

El novelista islandés Halldór Laxness, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1955, falleció en la noche del domingo, a los 95 años, en un centro hospitalario en las afueras de Reikiavik. El itinerario vital de Laxness es paralelo al de la nación islandesa hacia la independencia, que él acompañó a través de sus obras. Fue un controvertido personaje en su país por su compromiso con el comunismo durante la guerra fría y sus posturas radicales.

Halldór Laxness nació el 23 de abril de 1902 como Halldór Kiljan GudJonsson, pero más tarde adoptó como apellido el nombre del caserío en las afueras de la capital islandesa donde nació.Viajero apasionado y afincado durante gran parte de su juventud fuera de Islandia, las antiguas sagas de su tierra fueron siempre su principal fuente de inspiración. En 1919 publicó su primera novela, El hijo de la naturaleza, aunque su fama internacional se debió ante todo a tres ciclos de novelas escritas en la década de los años treinta: Salka Valka (1931-1932), retrato de una madre y su hija, trabajadoras en una planta de salazón de anguilas; Gente independiente (1934-1935), en la que muestra los esfuerzos desesperados de un campesino pobre por ganar a los campos desertizados un espacio para sembrar, y La luz del mundo (1937-1940), en la que traza el perfil de un poeta proletario. Todas ellas criticaron la sociedad islandesa desde un punto de vista socialista.

En Campanas de Islandia (1943-1946) un hombre salva de la destrucción los valiosos, manuscritos medievales de las sagas heroicas. Otra de sus obras importantes es Estación atómica (1948), una novela en la que protesta por la cesión de bases aéreas islandesas a Estados Unidos.

Cambio de ideas

Laxness, que a los veinte años se convirtió del luteranismo al catolicismo, residió en varios países de la Europa continental, donde se sintió vivamente influenciado por el surrealismo y el expresionismo alemán. Su posterior estancia en Estados Unidos le desengañó de la fe católica y una nueva ideología entró con fuerza a acaparar su intelecto. El socialismo fue el prisma a través del que observó el mundo durante los años treinta y cuarenta. Fue defensor de la Unión Soviética hasta que se produjo la invasión soviética de Hungría en 1956. Una desilusión que le encaminó nuevamente hacia la filosofila: en los años sesenta evolucionó hacia un taoísmo moderado.Laxness ha sido una figura dominante en la literatura de su país a lo largo de este siglo. Feroz individualista y defensor de la propia originalidad, fue duramente atacado por la sociedad conservadora y defensores de la corrección de la lengua islandesa, que él escribía a su antojo. Pero los jóvenes de la segunda mitad, del siglo vieron en él al personaje capaz de dar nuevos valores a la sociedad a través de una relectura de su pasado.

Después de unos años dedicados al teatro, Laxness recibió el Premio Nobel en 1955 por "su vivo poder épico, que renovó el gran arte narrativo de Islandia". A finales de los años cincuenta, Laxness empezó a dejar de lado los asuntos sociales y su literatura se hizo más lírica e introspectiva. En 1957 publicó El pez puede cantar, en 1960, El paraiso reclamado, y en 1968, El cristianismo en el glaciar. El literato dedicó sus últimos años productivos a escribir sus memorias y a la construcción de su propio mausoleo con multitud de objetos y recuerdos. Algunas de sus obras han sido traducidas al español: Salka Valka (Sudamericana, 1957); Campanas de Islandia (SAPE de Promoción y Ediciones, 1989), Paraíso reclamado (Orbis, 1983), Novelas escogidas (Aguilar, 1982) y La base atómica (Altaya 1995). Cien años de cuentos nórdicos (Ediciones de la Torre) incluye relatos suyos.

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