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Los 1.000 programas de un símbolo

Bernard Pivot celebrala pervivencia de sus emisiones culturales

Bernard Pivot ha celebrado su emisión cultural número 1.000. Todo empezó en 1973, con Ouvrez les guillemets. Luego vino la mítica Apostrophes, de la que se emitieron 724 números y sigue ahora con Bouillon de culture, que va por el número 277. Cuando se inició la aventura Pivot tenía la competencia de solo otro canal y el número de aparatos en color no superaba el 12%. Da igual. En France 1 y France 2 abundaban los programas culturales, dedicados al libro, al teatro, pintura, danza, música o cine. Las top-models y los peluqueros aún no pasaban por filósofos o por encarnación del espíritu de la época. Hoy Pivot es un dinosaurio y sólo en Arte y algunas emisiones nocturnas alguien se atreve a decir sin avergonzarse que ha leído un libro.

El paisaje audiovisual francés ha cambiado. Los canales se han multiplicado, la oferta se ha especializado y las cadenas generalistas se han embarcado en una lucha por la audiencia que lleva a bajar más y más el nivel de exigencia. Pivot acaba de publicar un panfleto en contra de "el ama de hogar de menos de cincuenta años", esa entelequia sociológica en nombre de la cual todos los programadores quitan las emisiones que no atontan de 20% en 20% de población.

Pivot ha logrado sobrevivir porque ha sabido hacerse popular. Los autores que entrevista, los libros que recomienda, están en las listas de ventas las semanas siguientes a su paso por pantalla. Los lectores no se sienten estafados pero el telespectador tampoco.

Pivot recuerda cómo Beriusconi quiso seducirle invitándole a nadar en una piscina con televisores submarinos incorporados o cómo Francis Bouygues le quiso fichar proponiéndole el doble de lo que cobraba en el sector público y comprando incluso el contrato que tenía en vigor con Antenne 2: "Le señalé que si daba tan poca importancia a los contratos de los demás, los suyos tampoco le debían suponer un compromiso firme". El único compromiso duradero de Pivot ha resultado ser con los libros y con el espectador. Los canales públicos han cambiado de nombre, de dirigentes, pero no se han atrevido a suprimir un símbolo.

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