Abilio Estévez recrea los mitos de la isla de Cuba en 'Tuyo es el reino' .
Abilio Estévez llega a España precedido por el éxito de Tuyo es el reino (Tusquets) en la Feria del Libro de Franefort. Para este escritor, cuya carrera literaria ha estado marcada por el teatro y los cuentos, "dos géneros muy tiranos y planeados con órdenes muy precisas", escribir una novela "era como buscar la libertad". El libro está ambientado en La Isla, una zona residencial cerca de La Habana, poblada de árboles, estatuas e historias alucinantes. Estévez (La Habana, 1954) pasó su niñez en un sitio parecido y se planteó la novela como una recuperación de esa memoria. "Uno siempre está tratando de explicarse y da vueltas a las mismas obsesiones".La escribió bajo el peso de lo que se ha dado en llamar realismo mágico. "Existe como un sedimento en el que uno se basa y alrededor del que da vueltas", afirmó ayer reconociendo que la novela es un homenaje a la literatura cubana, especialmente a Virgilio Piñero -"si soy un escritor se lo debo a él"- En la novela se encuentran todas las claves de los mitos de la isla donde vive Estévez, desde los balseros hasta la sensación de aislamiento y claustrofobia que produce vivir rodeado de agua "con la esperanza puesta en lo que sucede fuera".
No quiso hacer una novela política, aunque el momento de la conflagración coincida con la caída de Batista. "Los políticos pasan, pero la literatura permanece. Siempre digo que hay dos maneras de ser: los que saben de política y no la sufren y los que no saben y la sufren".
Los derechos de traducción de la obra ya han sido vendidos en seis países, pero el éxito no parece preocuparle. "El escritor debe estar oculto tras la obra, de lo contrario corre el riesgo de convertirse en un apéndice del autor". Para explicarlo mejor, recurre a las palabras de Lezama Liina: "Siempre decía que lo importante es el flechazo, no el blanco". De hecho ,empezó la novela sin esperanzas de publicarla y muy pocos días se sentó a trabajar con el rigor que merecía la obra, pero a,quello duró lo que tardó en conocer a Beatriz de Moura en Barcelona. "Entonces supe lo que es tener a una editora esperando".
