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Entrevista:

"Anticuarios españoles vienen a Madrid para recuperar sus piezas"

Patrick Moore, de 54 años, cambió un día su puesto de trabajo en la Bolsa londinense por una tienda de antigüedades. Simplemente porque se aburría. Por culpa de su mujer, española, trasladó su residencia a Madrid, en donde regenta una tienda de antigüedades. Su espíritu inquieto le ha llevado a organizar la feria de antigüedades Artemanía: una iniciativa privada que cede el dinero de las entradas que paga el público a la Casa de Nazareth para huérfanos de periodistas.Pregunta. ¿Cómo fueron los comienzos de su negocio en Madrid?

Respuesta. No tuve en cuenta entonces lo subdesarrollado que estaba aquí el negocio, lo que, en cierto modo, me beneficiaba.

P. ¿ Y cómo ve ahora el panorama de los anticuarios en Madrid?

R. Los cambios en los últimos años han sido brutales. A partir de los años ochenta hay otra generación que se preocupa más de la presentación de las tiendas. Hay otra mentalidad.

P. ¿En qué se diferencia Artemanía de otras ferias?

R. Pretendemos que tenga una imagen más selecta. En las grandes ferias de 200 expositores, la gente se pierde por los pasillos. Nosotros exigimos que los expositores tengan una trayectoria profesional conocida.

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P. ¿A quién se dirige la feria?

R. Hay piezas de coleccionista. También, dedales o monedas. Y entre los dos extremos, muebles para jóvenes de un presupuesto limitado.

P. ¿Es Madrid una buena cantera para los anticuarios?

R. Casi todos los anticuarios de España vienen a Madrid buscando piezas originarias de sus provincias.

P. ¿Se nota ya en su sector lo de que "España va bien"?

R. Los anticuarios somos los primeros en entrar en crisis y los últimos en salir. Pero hemos notado una mejora.

P. Uno se pregunta de dónde salen tantas antigüedades.

R. Últimamente hay mucho movimiento. En Inglaterra ha habido una venta de los contenidos de casas de gente importante que se arruinó con la crisis de Lloyds. Eso ha llenado el mercado de muebles. Otras veces se obtienen por fallecimientos, divorcios.

P. Parece un negocio que se presta al fraude o a ciertas prácticas ilegales.

R. La mayoría de los anticuarios trabaja cerca de la brigada de recuperación de obras artísticas de la policía. Ningún anticuario merecedor de ese nombre traficará con piezas robadas.

P. ¿Qué le vino a la cabeza cuando se entera de que aparecen óleos de Alonso Cano en una chabola?

R. Qué pena. Qué falta de seguridad hay que se presta a robos tan fáciles.

Artemanía. Hasta el 16 de noviembre, en el paseo de la Castellana, 99 (metro Lima). De 11.30 a 21.30. 800 pesetas.

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