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Ruiz-Gallardón alaba la "inteligencia" del usuario del transporte público

Las vacaciones acabaron para Ruiz-Gallardón. El presidente de la Comunidad de Madrid retomó ayer la actividad diaria con una visita a las obras de ampliación de la red del metro, el proyecto más trascendental de su Gobierno. El recorrido por Hortaleza y Vicálvaro le sirvió para piropear a los usuarios del transporte público, "más inteligentes" que quienes, como él, aún tiran de coche. Hoy celebrará su primer consejo de Gobierno del nuevo curso.

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Acompañado por el consejero de Obras Públicas y Transportes, Luis Eduardo Cortés, y una nutrida nómina de ingenieros y directores generales, el presidente regional se sumergió en las profundidades de Mar de Cristal (Hortaleza, línea 4) y Puerta de Arganda (Vicálvaro, línea 9). En esta última se entretuvo, durante un cuarto de hora, con el funcionamiento de la tuneladora Almudena, mole de 1.500 toneladas que roe el subsuelo a razón de unos 15 metros diarios. Ya lleva más de 300, aunque a los claustrofóbicos, en la visita de ayer, se les hicieron bastantes más.La comitiva hubo de pertrecharse de cascos de obra y botas altas para ver de cerca la marcha de los trabajos. Al final del itinerario, Ruiz-Gallardón llegó a la conclusión de que el metro "dejará antiguo el uso del automóvil" en la gran ciudad, y no ahorró epítetos: dijo sentir "legítinio orgullo" ante "las obras civiles más importantes de toda Europa", de las que no se conocen "precedentes" ni conjunción semejante de "empresas en la vanguardia". "Quienes tenemos automóvil", enfatizó, "somos conscientes de que estas obras son para aquellos más inteligentes que apuestan por el transporte público".

Cortés abundó en esta misma idea -"los madrileños se pasarán al metro de forma armónica y voluntaria"-, mientras su director de Infraestructuras del Transporte, Manuel Melis, ahondaba en los pormenores técnicos. Melis anunció que los trabajos en superficie terminarán, "si Dios quiere", esta próxima Navidad, momento a partir del cual toda la operación se centrará en el runrún bajo tierra de las tuneladoras. Según estas previsiones, las obras del metro no interferirán el tráfico el próximo año. Los cortes de las calles serán entonces responsabilidad de los proyectos municipales (túneles y aparcamientos para los coches).

Ante la mirada atenta de las autoridades, Almudena -de fabricación alemana, pese al nombre-, acopló a las paredes del túnel unas placas de hormigón de seis toneladas de peso. Las piezas se mueven por absorción, para lo cual una gran plancha superior hace el vacío, a modo de ventosa. Física elemental, a fin de cuentas, pero cara: la tuneladora ha costado del orden de 2.000 millones de pesetas. "Las máquinas de obras públicas cuestan como el kilo de ternera buena", bromeó Jesús Trabada, ingeniero de la consejería.

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