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Tribuna:SEMBLANZA DE BURROUGHS CON PISTOLA
Tribuna
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El más raro de todos

La primera vez que me encontré con William Burroughs fue en 1975, en El Búnker, su vivienda sin ventanas en la calle Bowery de Nueva York, número 222, creo recordar, justo enfrente de la Lighthouse Mission. Fue en la Ligthouse Mission donde me dijeron que le llamara, desde el teléfono público para que su asistente bajase a la planta. baja para abrirme la puerta de acordeón que daba acceso al santuario de William. El Búnker estaba amueblado con sencillez pero con buen gusto. Recuerdo que me dijo que ese espacio había sido el vestuario masculino de la vecina YMCA (Asociación Cristiana de Jóvenes). Dos o tres urinarios de pared estaban todavía en su sitio en la zona destinada a cuarto de baño. Dada la particular afición de William a los hombres jóvenes, ¿qué podía ser más apropiado?Volví a ver a Burroughs en el otoño de ese año en Boulder, Colorado, adonde fue a dar clases en la Escuela Jack Kerouac de Poesía Incorpórea. En 1981, Burroughs se trasladó a Lawrence, Kansas -no muy lejos de Ladue, Missouri, su lugar de nacimiento-, donde vivió hasta su muerte en una modesta casa de madera- en la calle Learnard. Yo lo visité varias veces mientras vivió en Lawrence, pero la ocasión más memorable fue en 1991, cuando me acompañó mi hijo Buck, que tenía 16 años.

Buck y yo, acompañados por nuestro amigo Jimbo Carothers, un legendario jugador de béisbol de Kansas retirado, pasamos unas cuantas horas con William en una calurosa tarde de agosto. Burroughs tenía entonces 77 años y, en el camino hacia su casa, le conté a Buck, que no tenía idea de quién era William, un poco de la historia de Burroughs. Le informé a Buck de que era un famoso escritor, graduado en Harvard, que había vivido en México, Marruecos, Reino Unido, Francia, Nueva Orleáns, Tejas y Nueva York, entre otros lugares, que había trabajado como fumigador y detective, pertenecía a una familia adinerada y había sido durante muchos años -a pesar de haberlo desmentido públicamente- empleado de correos, que durante gran parte de ese tiempo también había sido drogadicto (principalmente adicto a la heroína) y había disparado y matado accidentalmente a su mujer mientras jugaba a Guillermo Tell en la ciudad de México, se había acercado y después alejado de la Iglesia de la Cienciología, había escrito muchos libros innovadores de ficción literaria, satírica y futurista, era ahora un pintor de cierto mérito y había sido durante casi toda su vida un reconocido pederasta.

-¿Qué es eso? -me preguntó Buck-.¿Qué es un pederasta?

-Un homosexual -le dije.

-¡Ah, vale! -dijo Buck.

William, que había visto poco tiempo antes su novela El almuerzo desnudo llevada al cine, me preguntó qué pensaba sobre la versión cinematográfica de mi novela Corazón salvaje, también reciente, y nos mostró uno de los mugwumps (*) usados en El almuerzo desnudo, que había encadenado a una de las sillas de su estudio de pintura. Tomamos el té y me mostró el manuscrito de un libro sobre sueños en el que estaba trabajando. William llevó la conversación hacia las armas de fuego, y se levantó la pernera del pantalón para mostrar una cartuchera con un revólver de pequeño calibre atado a su delgada pierna surcada de venas rojizas y azules.

-Yo siempre voy armado -dijo con su voz nasal- De hecho, voy a ir dentro de un rato a un lugar cerca del lago donde suelo disparar. Podéis venir conmigo.

Jimbo Carothers, que nos había llevado en su coche a casa de Burroughs, explicó que teníamos un compromiso para cenar, de manera que íbamos a tener que dejar para otro día nuestra visita al campo de tiro.

Williarri fue a coger algo a otra habitación y, mientras no podía oímos, Jimbo me susurró: "He hecho muchas locuras en mi vida, pero ir a disparar con William Burroughs no va a ser una de ellas".

William volvió con una gran vasija. Se sentó junto a Buck en un pequeño sillón y se la mostró.

-Mira esto.-dijo William-, una araña marrón (Loxosceles reclusa). La encontré en el vano de la ventana del dormitorio.

Buck cogió la botella y miró la enorme araña.

-Una picadura de esta araña le haría a una persona un agujero en la pierna del tamaño de un plato, dijo William.

Se puso de pie y cogió un libro de una estantería, se volvió a sentar junto a Buck y lo abrió.

-Aquí hay algunas fotos de picaduras de arañas. La reclusa marrón es la que más daño hace, dijo Burroughs sonriendo.

Las explícitas imágenes de cráteres epidurales causados por arácnidos lo satisfacían visiblemente.

Más tarde, William instruyó a Buck en el uso de una cerbatana de Nueva Guinea que tenía sobre la chimenea. Le dijo a Buck que la punta de los dardos que estuvieron disparando sobre un blanco clavado en la parte posterior de la puerta principal se untaban con un poderoso veneno que inmovilizaba en cuestión de segundos a cualquier bestia a la que alcanzara.

-El cazador coge entonces un machete" -explicó Burroughs- y decapita a la presa caída.

William volvió a sonreír.

En el coche, yendo a casa de Jimbo, Buck parecía particularmente pensativo y silencioso. Le pregunté si había disfrutado con la visita a Burroughs.

-Sí, desde luego

¿Sabes, papá? Me has presentado a mucha gente rara, pero creo que William Burroughs es el más raro de todos.

Barry Gifford, escritor norteamericano, es el autor de Sailor y Lula, Gente nocturna y Perdita Durango, llevada al cine por Alex de la Iglesia, que será estrenada en octubre. Recientemente, Gifford escribió junto a David Lynch el guión de Carretera perdida. * Mugwumps: falsos personajes de El almuerzo desnudo

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