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Tribuna
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Lecturas

Julio Llamazares

Por fortuna para él, este verano el presidente Aznar no va a leer ninguna novela mía. Según dicen los periódicos, este año el presidente, con mucho mejor criterio o mejor aconsejado por Cortés, se ha llevado a su retiro veraniego de Oropesa unas lecturas más serias; a saber: una, biografía de Eugeni D'Ors (en catalán, por supuesto, para leerlo en la intimidad) y varios libros de peso sobre la historia del XIX en España. Seguramente para enterarse qué era esto antes de él.La pasión por la lectura veraniega, no sólo del presidente, sino de toda la gente, me halaga como escritor, pero no deja de sorprenderme. Y, aún más que ello, el interés de los periodistas por saber qué leerán nuestros políticos, nuestros famosos y hasta ellos mismos, dado por hecho al hacerlo que la lectura será uno de sus actos principales, y dejando en los demás la sospecha cada vez más extendida de que, como las bicicletas, los libros son también para el verano.

En estos días, quien lea el periódico se enterará de todos los libros que se van a devorar en las distintas playas de España. No importa qué más harán, ni en qué emplearán el tiempo entre lectura y lectura nuestros políticos y famosos; sólo qué leerán y por qué y, sobre todo, la cantidad de papel impreso que llevan en sus maletas. Como si se tratara de una competición para ver quién lee más. Por supuesto, ellos nunca nos defraudan. Quien más quien menos piensa leer más libros en estos días que en todo el resto del año.

Hace años, en un viaje de verano por Suecia, escuché en la televisión a qué iban a dedicar sus vacaciones los políticos. Había de todo: a la apicultura, al submarinismo, a pescar, a hacer ganchillo e incluso a hacer el amor. Ninguno de ellos iba a leer. ¿Será porque, como ellos lo hacen habitualmente, no tienen que aparentarlo?

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