_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Reconstruir la política

Joaquín Estefanía

Mientras Aznar presume de que España es el último bastión de la derecha europea, los socialistas europeos se reunían en Suecia, en un ambiente de euforia, para tratar de modernizar su discurso ahora que son mayoría en la UE. Intentan cambiar la razón económica que ha dominado el mundo desde la revolución conservadora, hacia la razón política, respaldados por el voto de los ciudadanos. Felipe González lo ha resumido: hay un hartazgo de políticas deshumanizadas.Las elecciones en el Reino Unido y Francia han sustituido las prioridades, desde el arcaísmo neoliberal hacia el empleo. En sus primeras intervenciones, Tony Blair_no ha sido el sucesor del thatcherismo disfrazado de Caperucita Roja, como lo calificaron los conservadores al día siguiente de perder el poder. Mañana presentará en el Ecofin un plan para atacar el paro en Europa (18 millones de ciudadanos).

Pero es en Francia donde los síntomas de otra forma de hacer las cosas son más explícitos. El primero, de gran simbología, en el mismo momento en que Jospin elaboró su Gobierno. Por primera vez, el número dos de la Administración no será el ministro de Economía, sino el responsable del empleo.

Pese a que el primer ministro ha creado un superministerio económico -Economía, Finanzas e Industria- y ha puesto al frente de él a un economista de gran prestigio, Dominique Strauss-Kahn (el álter ego socialdemócrata del liberal Madelin), la número dos de Jospin será la ministra de Empleo, Sanidad y Seguridad Social, Martine Aubry. Ello es sumamente revelador.

Aubry es una mujer muy significativa no sólo por su potencial de presidenciable, sino, sobre todo, por su idiosincrasia política. Colaboradora de Philippe Seguin en el Ministerio de Trabajo durante el bienio conservador -1986 a 1988- por "ser la mejor preparada", según el líder gaullista, fue ministra de Trabajo con otra mujer socialista, Edith Cresson, de jefa de Gobierno.

Con un carácter tan firme que se ha comparado con el de Margaret Thatcher, Martine Aubry es de las que consideran que hay que tener pocos principios éticos inalterables, pero ser inflexible con ellos; alguien ha dicho que con esos principios Aubry es "casi mormónica".

En los tiempos en que Mitterrand peleaba por el euro y contra el escepticismo, Aubry marcó su terreno: "La moneda única es buena, pero sólo como instrumento para hacer una Europa más fuerte. Es un instrumento que no se merece que el país se destruya para adquirirlo". Ahora, pocos meses antes de las elecciones, Aubry ha publicado un libro (Ils est grand temps, aparecido en las Editions Albin Michel) que compendia su pensamiento.

En él hay una coincidencia entre las propuestas de Aubry y el programa electoral de Jospin, y una confesión de fe socialdemócrata: "Hay que construir un nuevo modelo de desarrollo capaz de pedir al mercado lo que sabe hacer: la eficacia, la innovación. Pero que sepa también responder a las necesidades de todos... Hay que situar el objetivo de la solidaridad en el corazón de la sociedad. Para llegar a ello es necesario que la sociedad sea más transparente, más democrática y que el debate público tenga su lugar. Hay que reconstruir la política".

Por primera vez en mucho tiempo no se habla sólo de convergencia, déficit, inflación o de devaluaciones competitivas.

¡Qué respiro!

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_