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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Dieciséis

DURANTE MUCHOS años, la única prensa democrática que se hacía en España se imprimía a multicopista. En ella hizo su aprendizaje Juan Tomás de Salas antes de exiliarse en Colombia, de donde volvió con un proyecto de revista que vería la luz a comienzos de los setenta y que fue desde entonces una referencia común para todos los sectores democráticos españoles. El guarismo 16 que identificó a aquel semanario -Cambio 16- se convirtió en un símbolo generacional más que político, y se transmitió a las demás publicaciones del grupo, incluyendo el diario que ahora lucha por sobrevivir.Algunos han querido acelerar su agonía, según denunciaba hace dos días su fundador, que ha retomado la dirección hace ocho meses. Según su denuncía, el Gobierno ha sido más receptivo a las presiones de otros medios interesados en eliminar un competidor que a otras consideraciones, con el resultado de bloquear ayudas comprometidas y poner a D-16 al borde del cierre. Es cierto que la empresa soporta, unas deudas muy elevadas, pero también que son nimias en comparación con los 400.000 millones que adeudará a final de este año RTVE, convertida en estandarte del sectarismo más desnudo. Una novedad absoluta es que algunos periodistas consortes del Gobierno, desde la emisora de los obispos, encabecen la manifestación destinada a adelantar el entierro (y dejar sin empleo a 300 trabajadores): eso no había ocurrido nunca. Pero son muchas las cosas nunca vistas que se están viendo últimamente. Ojalá que entre ellas no figure la desaparición de Diario 16.

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