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Amigos y discípulos de Rafael Lapesa celebran su calidad científica y moral

Homenaje al filólogo y académico en la Residencia de Estudiantes de Madrid

Amigos y discípulos de Rafael Lapesa (Valencia, 1908) se reunieron ayer en la Residencia de Estudiantes, en Madrid, para rendirle homenaje. Junto a Lapesa, participaron en el acto Diego Catalán, Álvaro Galmés, Emilio Lorenzo, Francisco Márquez Villanueva y Francisco Marcos. Marín (quien leyó, además de su propia intervención, el texto de Juan Marichal que se reproduce en esta página). También intervinieron el director de la Residencia, José García Velasco, y el director general del Libro, Fernando Rodríguez Lafuente. En las palabras de todos ellos, largas y emotivas, hubo una intención común y unánime por aunar, en Lapesa, calidades científicas y morales.

Todos coincidieron en resaltar del autor de la Historia de la Lengua Española "su absoluta dedicación al trabajo y su tolerancia", en palabras de César Nombela, presidente del CSIC. Cada uno de ellos subrayó aspectos relevantes de su trayectoria profesional, desde que Lapesa fuera el discípulo predilecto de Menéndez Pidal, Américo Castro y Tomás Navarro Tomás hasta convertirse, él mismo, en maestro de generaciones de filólogos, y eso en años muy difíciles, los de la posguerra, cuando un hombre de estudio como él no renunciaba a su condición de ciudadano ,y a su derecho a disentir.Para Diego Catalán, nieto de Menéndez Pidal, Lapesa fue "un testigo no sólo de una forma de. enseñar y de una forma de trabajo, las de la Junta de Ampliación de Estudios, sino también el contrapeso universitario del ambiente de una época, como el de la posguerra"; él y Dámaso Alonso, agregó.

Obra no superada

Catalán y otros de los asistentes evocaron a Rafael Lapesa, solo en Madrid, en plena guerra civil, poniéndose a redactar esa obra monumental, todavía no superada, que es Historia de la Lengua española que, como recordaría Alvaro Galmés, "es un auténtico best-seller de la literatura científica española".De ese periodo, de 1937, es una larga y emotiva carta que Lapesa le escribió a su maestro Menéndez Pidal, y que su nieto Diego Catalán leyó ayer, dándole cuenta de la situación profesional y humana de los que todavía permanecían en aquel Madrid de obuses y de papeletas etimológicas. "Vamos viviendo", le escribió Lapesa, aunque convenientemente adelgazados". Como escribiría el propio Lapesa, años después, en medio de la contienda fratricida se me brindaba la ocasión de hacer algo por la España de todos".

En el repaso a su vida y a su obra que hicieron ayer los convocados, Emilio Lorenzo, que conoció a Lapesa en 1932, de recordó como aquel "fino, elegante, siempre atildado, el más joven catedrático de Madrid" y todos destacaron que Rafael Lapesa sigue siendo un modelo de conducta humana", en palaras de Álvaro Galmés.

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