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García Valdés: "Una querella de la madre o una denuncia a tiempo de la niña hubieran bastado"

Enric González

"No hay ninguna solución: el presunto delito está efectivamente prescrito", señala Carlos García Valdés, catedrático de Derecho Penal y ex director general de Instituciones Penitenciarias en el gobierno de UCD. 'En un caso como éste, hubiera astado con que la madre interpusiera una querella, o con que la menor, simplemente, hubiera denunciado sin perder tiempo los hechos ante el fiscal".Pero ninguna de esas alternativas pudo cumplirse, porque ni la madre de Naig conocía lo que estaba ocurriendo en su familia, ni tampoco la niña, durante casi 10 años, se atrevió a contárselo.

En términos estrictamente penales, la justicia española no contempla la posibilidad, de que el menor, víctima de abusos, -ya sea por complejo de culpabilidad o como resultado de cualquier otro problema psicológico- quede sumido en un bloqueo y tarde en sacar a la luz lo que sucedió y ha permanecido en la oscuridad del secreto íntimo.

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"No entiendo lo que ocurre ahora", se lamenta hoy Naïg. "En Francia por todas partes se insta a los niños y a los jóvenes a denunciar los abusos que sufren. Eso precisamente es lo que yo he hecho, y me encuentro con que no me sirve para nada".

El Derecho francés contiene en efecto una cláusula de protección a los menores de la que carecen las leyes españolas: cuando se trata de delitos cometidos contra niños, la cuenta atrás para que haya prescripción del presunto delito no comienza tras ocurrir el último hecho, sino a partir de que la víctima ingresa en la mayoría de edad.

En Francia, por consiguiente, habría habido sentencia, absolutoria o condenatoria, para el caso de Naïg. En resumen, algo habría sucedido, jurídicamente hablando. Pero en España, como consecuencia de la prescripción legal, Naïg se queda sin otra cosa que, un intento de suicidio, un año de depresión, una larga crisis de bulimia y la "descarga eléctrica" que siente cada vez que un hombre la toma simplemente del brazo.

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