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Cualquier jefe podía llevarse cintas grabadas del Cesid, según el ex responsable del Gabinete de Escuchas

Cualquier jefe de departamento de los servicios secretos podía llevar se cintas grabadas sin necesidad de firmar documento alguno o someterse a otro tipo de control. Así lo manifestó ayer Manuel Navarro Benavente, ex responsable del Gabinete de Escuchas del Cesid, a la juez Ana María Pérez Marugán, que investiga el caso de las supuestas escuchas irregulares realizadas por ese organismo entre 1984 y 1991. En cambio, Navarro no supo explicar la razón de que en el armario en el que presuntamente se archivaban las cintas hubiese algunas de 1984 cuando otras grabaciones posteriores habían, sido eliminadas. Según él, se borraban los contenidos por el método simple de grabar sobre ellos otros nuevos y no se recurría, pues, a aparatos especiales para esa labor porque, dijo, "hacían mucho ruido".Navarro insistió, en contra de lo declarado días atrás ante la juez por el ex agente Rafael Molero, en que las grabaciones se efectuaban de manera totalmente aleatoria, sin que se seleccionasen ni las llamadas ni los números telefónicos ni los espacios radioeléctricos. Molero argumentó en su momento que mezclando las frecuencias de los aparatos de que disponía el Cesid en 1991 sí podían seleccionarse las llamadas.

El ex jefe del Gabinete de Escuchas confirmó la elaboración de un listado de cintas grabadas a distintas personas. Según él, se lo entregó a Juan Alberto Perote, ex responsable de la Agrupación Operativa, quien, tras consultarlo, se lo devolvió y le pidió algunas de ellas. Navarro, que matizó que el ex agente Juan Miguel Nieto escribió la clave A-K en el listado junto a las solicitadas, no supo precisar a quiénes correspondían y si fueron precisamente las que más tarde desaparecieron.

Navarro confirmó lo declarado la semana pasada por Nieto, en

el sentido de que se hacían informes semanales y mensuales sobre la actividad de su gabinete, hecho que el ex director Emilio Alonso Manglano negó en su momento asegurando que, al menos, a él no le constaban. Según Navarro, se le entregaban a su superior inmediato, López Barrero, jefe del departamento K-4, al que Nieto aludió en su día como el encargado de realizar experimentos técnicos con los aparatos, que el Cesid tenía en proyecto adquirir.

Al margen de los mencionados partes, Navarro aclaró que también había controles de seguridad diarios y que eran efectuados sin previo aviso.

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