El factor estacional

¿Los españoles responden más airados o más relajados a las preguntas políticas que se les plantean en otoño? Los expertos no se ponen de acuerdo. Fuentes del último Gobierno socialista de Felipe González reconocieron que, efectivamente, los resultados de las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas fueron tradicionalmente negativos para ellos en septiembre. Las explicaciones son múltiples. Tienen que ver con el final de las vacaciones veraniegas y con el conocimiento de las medidas económicas restrictivas de los Presupuestos Generales del Estado.Pilar del Castillo, presidenta del CIS, lo ve lógico: "Los problemas quedan aparcados en verano y cuando llega septiembre vuelven a plantearse de manera cruda, con los presupuestos, las huelgas ...".

Joaquín Arango, su predecesor en el cargo, discrepa: "Es verdad que septiembre marca un punto de inflexión del verano, pero el otoño suele ser bueno y sus efectos balsámicos duran hasta las Navidades". Varios ex altos cargos socialistas alertaron al actual Ejecutivo: "Todavía les queda lo peor, porque en la cuesta de enero y de febrero, con las brumas, los fríos y la polución, la gente se muestra hipercrítica".

Del Castillo manifestó ayer su intención de que el barómetro político de invierno sea en enero o febrero. Y se defendió de las sospechas socialistas de postergar el de septiembre a otro mes más propicio con una exaltación de la "transparencia" de su trabajo: "Es la primera vez que el CIS determina un calendario público de los sondeos. Antes no daban a conocer nada". Arango recordó: "El Gobierno impulsó en 1993 una ley, que se aprobó en noviembre de 1995, que obliga a poner en conocimiento del Congreso en menos de 20 días el resultado de cualquier encuesta con datos de interés político".