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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Otoño de un papado

LA OPERACIÓN de apéndice del Papa se practicó ayer con éxito. En menos de dos horas el Pontífice estaba fuera del quirófano y las declaraciones oficiales descartan toda preocupación por el posoperatorio. ¿Pero es así realmente? No sólo Juan Pablo II está a todas luces muy enfermo, sino que, al margen de todo lo que no sabemos, su pontificado ha entrado en una fase otoñal, como de balance, de recogimiento, que afecta también al funcionamiento administrativo del Vaticano.Mientras el ajetreo de oficina continúa, sin que los engranajes del poder simbólico y real que emanan de la Santa Sede detengan su curso, la actividad de las diferentes secretarías refleja una cierta sensación de transición antes de tiempo. ¿Cuánto Papa queda del Papa? El propio Juan Pablo II, cuando se halla en condiciones de seguir impartiendo su magisterio, da también esa sensación de culminación de obras completas. Y lo hace con una especial mansedumbre: ¿habría imaginado alguien hace unos años que el Pontífice pudiera visitar Francia casi como para reconciliarse con algunas consecuencias de la Revolución Francesa?

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Pero, aparte de ello, la evidente fragilidad física del Papa plantea la cuestión -tantas veces vivida ya en- la historia de la Iglesia- del carácter vitalicio, de un cargo sobre el que recae una titánica actividad a la que difícilmente se puede hacer frente en condiciones precarias de Salud. Nada se opone a una renuncia papal desde el punto de vista canónico, aunque no haya ejemplos de ello desde la Edad Media. E, indudablemente, un pase a la reserva de Juan Pablo II comportaría, para la propia Iglesia católica y sus seguidores, problemáticas dudas de dogma o de ley eclesiástica. ¿Podría convivir un ex Papa con un Papa ejerciente? ¿Perdería el don de la infalibilidad al retirarse? Independientemente de la eventual respuesta a tales preguntas, Juan Pablo II, por añadidura, no parece de los que renuncian. Pero eso no quita que su obra, larga en encíclicas y documentos pastorales, parezca hoy básicamente concluida.

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