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Autores y médicos debaten las patologías de la escritura

El estilo inconfundible de Proust está íntimamente ligado al asma que sufría, según los numerosos ensayos publicados. Toda la generación perdida alumbró sus obras en un proceso alcohólico más o menos desarrollado; Juan Ramón Jiménez padecía una neurosis de la que se derivan algunas de sus mejores imágenes, y Thomas Mann, tuberculoso y sifilítico, elevó la enfermedad en Davos a la gran metáfora de nuestra época.

La relación entre la enfermedad y la escritura brota en cada página de la historia de la literatura, y a ella se ha consagrado esta semana un curso de la Universidad Complutense en San Lorenzo de El Escorial que, organizado por la escritora Fanny Rubio y a la médico especialista en Neumología María Angeles Grajal, ha reunido a escritores, críticos, filósofos y médicos. Francisco Umbral, "ejemplo vivo de enfermedad y literatura", según su autodefinición, clausuró ayer el curso con una intervención centrada en el asma de Proust.

El crítico Miguel García-Posada distinguió "entre la enfermedad como material literario y la enfermedad como condicionante de la actitud del escritor". A Camus , sobre el que habló el filósofo Javier Sádaba, no se le conoce más padecimiento físico que su polémica con Sartre y, sin embargo, utilizó la epidemia como caldo de cultivo en una de sus mas celebradas obras.

En el otro extremo se analizó el caso de Juan Ramón Jiménez, que sufría una neurosis de angustia acompañada de taquicardías, sudores y terrores que desembocaban en una sensación de muerte inminente, dijo García-Posada. El psiquiatra Enrique González Duro, que ha estudiado el mismo caso desde su perspectiva, adujo que la neurosis de Juan Ramón Jiménez no era de angustia, a lo que el crítico contestó que no le interesaban los tipos de neurosis sino el reflejo en sus obras.

Melancolía

El filósofo Gabriel Albiac se detuvo en Keats, marcado desde niño por el fallecimiento de su hermano, cuya obra surge del dolor y conduce a la muerte. Baudelaire, por su parte, abrió nuevos significados en la enfermedad, concretamente en la sífilis, que convirtió en arma política: "Estamos tan democratizados como venerealizados".Los médicos desgranaron patologías como la melancolía, la crisis de afectividad, la epilepsia, la demencia, el alcoholismo, la sífilis, la tuberculosis, el asma y hasta la "pasión de matar", conformadoras todas ellas de la historia de la literatura de estos dos últimos siglos. Una crisis afectiva al final de los años veinte modificó la obra tanto de Lorca como de Alberti. La tuberculosis llevó a Gide a enfrentar a sus personajes con su destino, así como a Turgueniev, "cuyo protagonista muere en Venecia tanto de tuberculosis como de frustración política", señaló Grajal.

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