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¿Qué puedo comprar con un 6,03?

Miles de jóvenes especulan estos días con su nota de selectividad en la 'bolsa universitaria'

Andrés P. C., que ha estudiado en el colegio madrileño San Víator, está en la cola de la preinscripción en el Vicerrectorado de Alumnos de la Complutense. Tiene un 6,03 de "calificación definitiva", resultado de dividir por dos la suma del 6,90 de "nota media del expediente" y el 5,15 de la "nota media de las pruebas".

Andrés ha reclamado contra sus calificaciones de selectividad en Lengua Española y Física. Dice que sus compañeros están convencidos de que el tribunal que les cayó en suerte "se ha sado de duro" en ambas materias. Si su reclamación prosperara tal vez tendría oportunidad de una plaza en los estudios de la diplomatura de óptica y Optometría. Pero no tiene mucha esperanza.

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La muy compleja tarea de la preinscripción

La escuela de óptica de la Complutense, única que imparte estos estudios en Madrid, ofreció el año pasado 348 plazas; el último alumno admitido entró con un 6,41, y -este año ofrece 250 plazas, casi 100 menos. Lo normal, en tales circunstancias, es que la nota de corte de este año en óptica se dispare hacia arriba. De manera que la especulación de, Andrés parece condenada al fracaso. En su impreso de preinscripción ha colocado, después de Optica "varias ingenierías técnicas y después la licenciatura en Matemáticas".

'Descubrimientos'

"Estoy seguro de que acabaré en Matemáticas, si no hay milagro", dice resignado y sabedor de que las ingenierías técnicas, al menos en Madrid, se cotizan muy caras: pocas hay en las que el acceso esté por debajo de su calificación definitiva de 6,03. Definitiva, aunque provisional ahora, claro, hasta que no haya decisión del tribunal de reclamaciones.Seguramente Andrés, que acepta como un destino fatal el verse estudiando una carrera larga por obligación cuando su devoción le llevaría hacia una corta, ignora que los nuevos responsables de la política educativa han descubierto, como antes descubrieron los diversos resposables de la Administración socialista, y antes aún descubrieron los de la UCD, que la pirámide de la eseñanza universitaria en España está "invertida": en la base, se encuentran las carreras de ciclo largo (ingenierías superiores, arquitectura y licenciaturas), y en el vértice las de ciclo corto (ingenierías técnicas y diplomaturas).

Andrés P. C. ignora. por su puesto, esta sesuda conclusión extraída del análisis de la realidad universitaria española y transmitida de generación política en generación política a lo largo de los últimos veinte años. Lo sustantivo es que Andrés se ve irremediablemente estudiando Matemáticas, sin tener mayor interés por el asunto. Y ello simplemente porque su capital es de un 6,03 y ése fue el que el año pasado abrió las puertas de la división de Matemáticas en la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de Madrid. En la Complutense, el tope fue algo más alto, un 6,26.

Las especulaciones bursátiles de Yolanda F., compañera de Andrés P. C en la cola, son similares. Aunque hay un matiz diferenciador nada desdeñable. Yolanda, que aprobó el año pasado la selectividad, ha dedicado todo el curso a prepararla de nuevo con la esperanza de mejorar su nota y así "poder estudiar la carrera de Biología", que es", dice, su "gran ilusión". Para tal empresa, su capital inicial era un 5,62. Su esfuerzo personal, y también el de su familia, que ha tenido que pagar religiosamente el coste mensual de la academia donde se matriculó, le ha producido una bien exigua renta: sus acciones están ahora en 5,86.

Para estudiar Biología en algunas de las universidades de Madrid, Yolanda necesitaría, si se mantiene la cotización del año pasado, un 6,28 en la Autónoma, un 6,25 en Alcalá de Henares o un 6,40 en la Complutense. Así que los únicos mercados al alcance de su capital actual (si es que no mejora en el parqué de las reclamaciones y siempre en función de las cotizaciones del año pasado) son Granada (5,69), Málaga (5,75), Murcia (5,84), Jaén (5,0), Santiago de Compostela (5,59) y Vigo (5,63). Haría falta, en todo caso, que su familia estuviera dispuesta a arrastrar la incomodidad y el gasto de su desplazamiento.

Diego (4,35 en selectividad, frente al 6,30 de su expediente). Julio (4,35 y 7,4 respectivamente) Javier (4,33 y 6,7), Pablo (3 y 7,30) están también en la cola de las reclamaciones. Los cuatro están que muerden. Uno de ellos, que ha estudiado el COU en Estados Unidos, dice que no entiende que le calificaran con un 4 en el ejercicio de inglés y que le gustaría saber si los profesores que han corregido su examen podrían mantener con él una conversación en ese idioma.

En cuanto a sus otros tres compañeros (el 3 de Pablo parece cerrarle toda posibilidad si no se estiman sus reclamaciones)-, no tienen la menor esperanza de que su capital académico les permita comprar la carrera en la que soñaban. Dicen que su única salida estará en alguna de las universidades privadas de Madrid, un mercado que resulta mucho más accesible para el que cuenta con capital de verdad, no metafórico, aunque sus acciones académicas no valgan, realmente, un duro.

La otra cara de esta historia de negocios ruinosos la representan Guillermo Pérez y Elena Vaquero, ambos alumnos del Colegio Estudio de Madrid. Sus capitales sí les otorgan un crédito amplísimo. El 8,07 de Guillermo resulta más que suficiente para el mercado de élite de Teleco (7,80 de nota de corte el año pasado en la Politécnica de Madrid) y el 8,26 dé Elena le abrirá seguro las puertas del Wall Street de los estudios de Medicina en España, la facultad de la Autónoma madrileña (7,89 el año pasado).

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