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Entrevista:

"La poesía debe huir del pensamiento 'Iight"

Diego Doncel (Malpartida, Cáceres, 1964) ha tardado (cuatro años en escribir su segundo libro de poemas, Una sombra que pasa (Tusquets, colección Marginales). La obra sucede a su primer trabajo, El único umbral, que ganó el premio Adonais de 1990 y lanzó a su joven autor a la escueta fama de la poesía española. Completado el "largo y difícil trance" de la nueva creación, los desasosegantes versos de Doncel están ya ahí, negro sobre blanco. Y él, que ha venido desde Cáceres a Madrid en día de labor, reivindica el valor de lo creado mientras fuma un pitillo ultralight "He intentado hacer un libro profundo y transparente. Ha sido complicado, pero creo que la poesía debe huir de todo ese invento nefasto que hemos construido, de tanta literatura y pensamiento light, de la superficialidad y la banalidad".Su aspecto atildado y su actitud cordial parecen contradecir a la voz que dicta sus poemas: trágica, desesperanzada, solitaria. "Desde el romanticismo, tendemos a confundir el discurso poético con la vida del autor. Y la poesía es un acto de creación, de ficción, igual que la novela: es la representación literaria de un conocimiento. Lo cual no quiere decir que a través de esa ficción no te interrogues sobre lo que de verdad te interesa. Yo asumo mi discurso poético como propio, porque si uno no cree que lo que dice es importante, no será posible hacerlo creíble, el lector sabrá que es una impostura".

A través de un único poema, dividido en doce movimientos, Doncel traza el dibujo de una existencia atormentada. 'Esa triste miseria de ser hombre', dice uno de sus versos. Un tono irreparable y trágico sobre el que Doncel, en la vida y el libro, prefiere sugerir, no contestar directamente: "Es que sólo hay preguntas, no existen las respuestas", dice. "Pero es verdad que el libro tiende mucho a lo tangible, al materialismo. Encierra una efusión de sentimientos, pero se ampara en la razón., Hay una voz poética que piensa y no halla consolación".

¿Y si el único consuelo, finalmente, es la vida? "Gramsci dijo que somos pesimistas por la razón y optimistas por la voluntad. Para poder vivir hoy, a fines del siglo XX, el idealismo no viene nada bien, porque la realidad es un espectáculo banalizado, como la muerte. Hemos construido un mundo, una literatura, demasiado superficiales. Yo creo que debemos cerrar ya esa etapa, entre otras cosas porque hemos acabado todos muy gordos".

Como oposición al ombliguismo posmodernista, el Doncel-hombre vive una vida aparentemente plena: está casado, tiene un hijo, es profesor de instituto en Mérida, dirige una revista de poesía hispano-lusa (Espapo lEspacio), hace ensayo y crítica literaria... Como lector, recurre a Pessoa, Manrique, Leopardi, Cernuda, los románticos ingleses... Como poeta, crea imágenes. de ambigua destrucción: 'Allá en lo alto, el cielo agoniza su luz en el lugar vacío de los dioses y la humedad / de las primeras estrellas va cayendo / en mi alma como caen las ruinas / sobre el polvo de un sueño'.

Y en cuanto al futuro, Doncel es optimista, con reparos: "La poesía no tiene que refugiarse en un gueto. Tampoco debe ser amable, ni someterse a las modas. Es fácil adaptarse a una corriente, y muy difícil crear una voz nueva, un mundo, distinto. El poeta debe tratar de escribir lo mejor posible, sin rebajar el nivel de pensamiento. Tenemos que buscar fuera del tiempo".

Aunque en sus versos resuenen los lamentos y la angustia: 'Al fin todo está muerto. / Y sólo me queda llorar el haber sido un sueño'.

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