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Tribuna:CONGRESO DE LA CIOSL
Tribuna
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Trabajadores y mercado mundial

"La crisis social mundial ha llegado ahora a las economías más avanzadas. Los elevados niveles de. desempleo de la recesión de comienzos de los años ochenta han descendido a un ritmo terriblemente lento. En Europa occidental, en particular, los parados superan el 10% y aumentan en Japón. Los salarios medios de la economía más fuerte, Estados Unidos, llevan más de diez, años estancados y, en el caso de las personas que perciben bajas remuneraciones y con poco calificaciones están disminuyendo. Al aumentar la cantidad de personas que dependen de la seguridad social y de subsidios, muchos Gobiernos han reducido el nivel y la cobertura de los subsidios para los más pobres. Los gastos gubernamentales en educación, y salud de muchos países también han sido recortados"."Por el contrario, las reducciones impositivas para las personas acaudaladas y los enormes aumentos salariales para los altos ejecutivos han profundizado la brecha entre ricos y pobres por primera vez en los últimos cincuenta años. Los dividendos del crecimiento no, se han filtrado al tercio inferior de la sociedad". Esta cruda descripción de la realidad en la que están reflejadas las preocupaciones presentes en el debate social en España enmarca el XVI Congreso Mundial de la Confederación Intemacional dé Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), que se celebra estos días en Bruselas.

Es un contraste con la euforia que embarga a los mercados financieros. Y es que, despejados algunos de los grandes interrogantes que planteaba la nueva composición del mundo tras el derrumbamiento del comunismo en la mayoría de los países donde imperaba -situados fundamentalmente en Europa y el sureste de Asia, porque sigue vigente en Cuba, Corea del Norte y China, país que la CIOSL describe, acertadamente, como nefasta simbiosis de "capitalismo voraz en un estado policial"-, en el "nuevo orden mundial" el capitalismo ha ganado claramente la batalla. Las cuantiosas transferencias financieras especulativas, las reducciones aduaneras a gran escala, la competencia salvaje entre naciones para atraer inversiones están creando, ciertamente, una economía global. Pero producen a la vez un impacto creciente sobre la vida de trabajadores y trabajadoras y, en muchas zonas del mundo, consecuencias desastrosas para el desarrollo social. Efectos que se traducen en elevados niveles de desempleo, aumento de la inestabilidad para quienes tienen trabajo, lo que afecta incluso a trabajadores cualificados y cuadros directivos. Pero el grueso de los nuevos empleos (allí donde tienen la suerte de que se creen) tiende a ser precario en cuanto aumenta el trabajo temporal, a tiempo parcial y a domicilio, así como las más variadas formas de subcontratación. Los días de la estabilidad laboral en el sector público han quedado atrás. En la actualidad, numerosos Gobiernos en todo el mundo están privatizando o subcontratando los servicios públicos y aplicando una rigurosa disciplina salarial a los trabajadores.

Además de las repercusiones sobre la vida y las condiciones de trabajo de millones de personas, todo ello tiene, asimismo, efecto sobre la sindicación. Los despidos masivos afectan principalmente a grandes empresas donde los sindicatos habían negociado buenos salarios y condiciones laborales, mientras que la mayoría de las nuevas contrataciones (que no abundan precisamente) están en emapresas relativamente pequeñas del sector de servicios, con peores condiciones laborales y donde la afiliación sindical es más dificil.

Un gran esfuerzo que debe ir dirigido a la sindicalización, aspecto particularmente complejo cuando el mundo del trabajo está en mutación permanente. Las nuevas condiciones laborales -donde impera la desregulación- dificultan la afiliación de los hombres y las mujeres cuando es imprescindible para ellos contar con organizaciones fuertes y capaces de reequilibrar el poder creciente de los grupos económicos y financieros. Este aspecto merece particular atención por la necesidad de revertir la actual tendencia: si bien desde el anterior congreso ha aumentado el número de trabajadores afiliados a la CIOSL por las nuevas incorporaciones de sindicatos, en la mayoría de los países industrializados se ha registrado un retroceso en la afiliación.

Y una acción coordinada internacionalmente para obtener los que hoy son grandes objetivos del movimiento sindical, entre los que destacan:

1. Lograr que las reglas sociales sean la base del mercado mundial. Para ello es menester que se ponga en vigor sin demora la cláusula social como parte esencial de la Organización Mundial del Comercio (OMC). El movimiento sindical está convencido de que, contrariamente a lo que se afirma desde algunos sectores, la cláusula social -basada en los siete convenios de la OIT considerados medulares por el movimiento sindical: los números 29 y 105, sobre abolición del trabajo forzoso; 87 y 98, sobre libertad sindical y negociación colectiva; 100 y 111, sobre prevención de la discriminación en el empleo e igualdad de remuneración por trabajo de igual valor; y 138, sobre trabajo de menores- reforzará la autoridad política y moral de la OMC, facilitando el comercio internacional.

2. Poner en marcha estrategias de acción sindical globales en las empresas multinacionales. Además de su voluntad, legítima de ganar mercados y vender sus bienes y servicios, las empresas multinacionales tienen responsabilidades sociales que son, como mínimo, proporcionales a su tamaño. La negociación colectiva con los sindicatos y la efectiva aplicación del, acuerdo multilateral sobre inversiones de la OCDE y de iniciativas similares en el ámbito de la OIT son vitales en este momento.

3. Dirigir especialmente la acción sindical para lograr la igualdad plena de la mujer trabajadora. La incesante lucha en contra de la discriminación y en favor del reconocimiento pleno del papel de la mujer en el lugar de trabajo comprende un gran número de acciones que van desde la promoción de la igualdad en la negociación colectiva y el fomento de la sindicación de mujeres hasta la protección en las condiciones de empleo y la erradicación, mediante la aplicación efectiva de medidas legislativas y pactadas con los sindicatos, de lacras como el acoso sexual.

4. Desaparecido el conflicto Este-Oeste, es menester centrar todo el esfuerzo en favor de la solidaridad Norte-Sur. Es ésta una cuestión de especial sensibilidad para la Unión General de Trabajadores, que tiene en cuenta la situación, en muchos casos angustiosa, de los países del Tercer Mundo. El deber de solidaridad del mundo industrializado hacia las naciones más p obres es insoslayable por ser un imperativo de justicia y porque es una deuda contraída desde los oscuros tiempos en que practicábamos (o consentíamos) el colonialismo. Además, consideramos un especial deber apoyar en todos los foros internacionales a nuestros amigos y amigas de América Latina, economías emergentes que tratan de superar -en algunos casos con éxito notable en el plano económico, pero con grandísimos costes sociales- las crisis generadas por la recesión, la hiperinflación y la enorme deuda generada desde los años sesenta. Hay un aspecto crucial en esta materia, la redefinición del papel de los organismos financieros internacionales, especialmente el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, para, entre otras cosas, aumentar los préstamos hacia los países en desarrollo, priorizar los programas sociales (en lugar de exigir su recorte como se hace ahora) y erradicar actuaciones especulativas que endeuden fuertemente a las naciones sin beneficio para sus poblaciones.

El nuevo, mercado global es una suma de paradojas. Prácticamente a diario conocernos nuevos récords en transacciones financieras, en fusiones y rnegafusiones de empresas y en estrategias planetarias de inversión. Ello coexiste con la disminución de la protección al trabajo, los recortes a la protección social y, en sus formas extremas, con la explotación masiva de niños que practican algunos países, y aun con formas cercanas a la esclavitud que la conciencia humana no puede tolerar bajo ningún pretexto. Pese a sus interesados detractores, el movimiento sindical -en el cual la CIOSL es una pieza clave- tiene un papel insustituible para lograr que el capitalismo cada vez más desenfrenado que vivimos se reencauce hacia formas de actuación en las que el mercado esté plenamente subordinado al bienestar de la población, la vigencia de los derechos sociales, el cuidado de la naturaleza y las formas de convivencia que el ideal de la civilización ha forjado a lo largo del tiempo.

Cándido Méndez es secretario general de la Unión General de Trabajadores.

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