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Cuatro candidaturas pugnan por la dirección del PP balear

El Partido Popular de las Islas Baleares se ha convertido en una organización abocada a la polémica de tipo personalista, en la que se suceden movimientos y declaraciones públicas, de dirigentes que pugnan por el poder interno. Hasta cuatro candidaturas se han postulado para copar la dirección del PP en el próximo congreso extraordinario del partido, previsto para antes del próximo día 30 de junio.

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No se trata de una discusión ideológica o programática en comités o asambleas. El debate entre altos cargos se efectúa casi. cara al público, en bares o en pasillos de las sedes de las instituciones. "La militancia del PP no se merece el espectáculo que estamos dando", reconoce Joan Huguet, presidente en funciones del PP balear y aspirante a que! los 800 delegados le confirmen en el cargo.La disgregación aparente del centro derecha balear, en una situación política local y general favorable al PP, está originada por la disputa por la sucesión de Gabriel Cañellas, quien fue presidente del PP y del Gobierno balear hasta julio de 1995, cuando José María Aznar le obligó a dimitir a consecuencia del escándalo del caso Sóller, consistente en el cobro de presuntas comisiones ilegales por la concesión de un túnel de peaje. En plena polémica, se nota la tradicional discreción del fundador del PP balear, el europuditado y ministrable de Exteriores, Abel Matutes, quien no se ha decantado por ninguna opción ni ha tomado parte en los movimientos precongresuales.

Las cuatro posibles listas las integran los oficialistas seguidores de la dirección actual, los municipalistas dirigidos por Cañellas, los críticos, y un núcleo de militantes de base. Los diferentes sectores reclaman para sí el consenso y la integración, y en las reuniones previas ha entrado en juego el reparto de cargos en la administración autonómica y en la central, cuando Aznar forme Gobierno.

Gabriel Cañellas no es ajeno al conflicto y a las maniobras internas, al sentirse doblemente despechado: por la sorda sanción de la dirección nacional y por la distancia que le han tomado sus herederos provisionales, el citado Huguet y quien es el principal apoyo de éste, Cristòfol Soler, actual presidente del Gobierno balear. Ambos se muestran ajenos a las formas y modos políticos del defenestrado líder, que sigue presidiendo el grupo parlamentario regional del PP y ejerce una gran influencia sobre los alcaldes y diputados que él promovió.

Cañellas ha lanzado su opción de tercera vía, personalizada en el número dos del Ayuntamiento de Palma, Carlos Ripoll, que se reclama municipalista e integrador. Además, un militante del PP llamado Ramón Rodríguez hace campaña populista entre las bases.

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El tandem Huguet-Soler,-nacionalistas moderados los dos, nada ambiguos ante la normalización del catalán insular y por ello bien relacionados con Jordi Pujol-, durante meses sólo tuvo un discrepante formal, el candidato crítico: Joan Verger, un tradicional adversario de Cañellas que fue presidente del Consell de Mallorca, poco dado a las carreras internas ante las urnas.

Verger tanteó al núcleo de afiliados del sector crítico, que en la pasada campaña electoral reclamó el cese de los cargos del PP relacionados con escándalos de corrupción y postuló una rectificación de la supuesta política lingüística catalanista del presidente Soler. Por indicación de la dirección nacional, Huguet buscó semanas atrás el acuerdo con Verger, pero entonces Cañellas señaló sus vetos a esa maniobra. Verger declaró ayer que la situación interna del PP es "un polvorín" y señaló que "todos tienen que dejar de hacer el indio".

El Partido Popular es una formación casi hegemónica en Baleares, que gobierna con holgura en el Gobierno regional y en la gran mayoría de ayuntamientos e instituciones locales, menos en el Consell de Mallorca, donde la izquierda y el centro nacionalista le arrebataron la presidencia.

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