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Londres dispuesta a comer carne de caballo

La decisión de Bruselas de mantener en pie la prohibición de exportar carne de vacuno británico y sus derivados, incluída la gelatina, un producto presente en una abrumadora gama de alimentos, desde galletas a vitaminas, fue acogida ayer en el Reino Unido con resignada irritación. Un portavoz del Gobierno aceptaba la "imposibilidad política" de una decisión distinta, a la luz del pánico que todavía suscita la enfermedad de las "vacas locas". "Seguiremos insistiendo en que se levante la sanción, no obstante, ya que bajo el punto de vista británico es desproporcionada", declaró ayer un alto funcionario gubernamental. Sin embargo, la noticia despertó nueva furia anti-europea en el palacio de Westminster. Michael Spicer, destacado euroescéptico en las filas tories, insistió en que la prohibición "es probablemente ilegal". "Es un ultraje que se autorice a actuar de esta forma a nuestro competidores", dijo.Las esperanzas de que algunos, derivados cárnicos recibieran el visto bueno del comité de veterinarios en Bruselas no había logrado disipar la inquietud de los ganaderos británicos. En espera de que el Ministerio "de Agricultura presente un plan completo de medidas para frenar la extensión de la epidemia de encefalopatía bovina en la cabaña ganadera, algunos ganaderos han iniciado por su cuenta el sacrificio de las vacas mayores de, 30 meses. Sin perspectivas de vender la carne -el Gobierno lo prohibió hace varias semanas-, continuar alimentando a estas reses les resulta antieconómico.

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De momento, los consumidores se defienden como pueden e intentan sortear el pánico causado por la noticia de que la encefalopatía bovina puede transmitirse a los humanos, cambiando de dieta y de ofertas de venta, respectivamente. En Smethwick, West Midlands, un osado carnicero, Bob Walker, se atrevió el martes a poner a la venta piezas de carne de caballo, un animal casi "sagrado" en el Reino Unido. La reacción de los clientes fue buena, al menos el primer día. Animados por los precios, entre 80 y 320 pesetas el kilogramo-, considerablemente más bajos que la vaca, muchos vecinos se decidieron a comprar. Después de las hamburguesas de avestruz y los filetes de canguro, la carne de caballo parece la alternativa más sacrílega, aunque será de caballos sacrificados a consecuencia de accidentes.

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