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Vaquero Turcios expone en Oviedo sus eternas obsesiones artísticas

La muestra reúne el trabajo de los últimos cinco años

Joaquín Vaquero Turcios -Madrid 1933- exporte a partir de hoy en el Centro de Arte Moderno de Oviedo el trabajo de los últimos cinco años. Sus eternas obsesiones artísticas se plasman en sus muros y en el hallazgo de nuevos materiales escultóricos, en una muestra, coordinada por Mara Calvo, que consta de 65 cuadros y 10 esculturas. "Es un misterio tremendo", dice este pintor que no sabe la razón que ímpulsa a alguien a ponerse a pintar.

Vaquero Turcios comenzó a pintar en el estudio de su padre, el pintor y arquitecto ovetense Joaquín Vaquero Palacios, en 1945. Lleva pues medio siglo en su tarea artística, y aun así no tiene inconveniente en reconocer que no sabe muy bien cual pueda ser la razón que impulsa a alguien a ponerse a pintar. "Es un misterio tremendo. A mí me apasiona la pintura prehistórica porque ahí está ya la gran pregunta: ¿Qué es lo que impulsa al hombre a reducir a dos dimensiones la realidad Y satisfacer con esa representación una serie de anhelos y de sueños? Es una cosa que no pertenece al mundo de la razón sino al mundo del espíritu", razona.En busca de ese sueño el artista ha recorrido el mundo. Todavía muy joven tuvo ocasión de viajar por Nicaragua, San Salvador, Guatemala, Cuba y México. Cualquiera que conozca su obra encontrará en ella reminiscencias de unas culturas que él no niega: "No cabe duda", dice, "de que en el arte de cada cual influyen todas las vivencias que uno ha tenido a lo largo de su vida, y es evidente que eso se va acumulando y saliendo entre líneas. Yo desde luego me reconozco influencias tanto en la arqueología maya como de los grandes muralistas mexicanos, claro que sí".

También Italia está presente en su arte porque a Roma se fue apenas terminado el bachillerato, a estudiar arquitectura, a pintar, a conocer las técnicas del mosaico. Por aquella época -aún no había cumplido los veinte años- empezó a obtener premios: El Internacional ENIT para artistas jóvenes, en Roma, y una medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes, en Madrid, fueron el principio de una lista en la que prácticamente no falta ningún trofeo nacional o internacional de los que se conceden a las artes plásticas.

Y eso a pesar de que en aquellos tiempos de dictadura su nombre no era precisamente de los que el régimen veía con gusto. En 1956, por ejemplo, un año especialmente fértil en cuanto a su reconocimiento en el exterior, tuvo que ver el fracaso del proyecto del Pabellón Español de la Exposición Universal de Bruselas, Expo 57. Había ganado el concurso junto a otros once artistas españoles, arquitectos, pintores, escultores, directores y escritores. Pero cuando el pabellón ya estaba levantado el gobierno español cortó las subvenciones: No les gustaba la importancia dada a figuras como Picasso, Miró, Lorca, Juan Ramón o Falla entre otros. Y como quien manda, manda, el pabellón no se inauguró.

Pero esto no es más que una anécdota y desde luego ni nada ni nadie ha impedido a Vaquero Turcios llevar a cabo su obra ingente. Murales, cuadros como muros, mosaicos, esculturas, relieves de horinigón, monumentos arquitectónicos y tapices son distintas facetas de una misma búsqueda que él explica así."Lo que a mí me pasa es que tengo una especie de arquetipo interior, una visión que trato de alcanzar a través de un trabajo con técnicas, colores y materiales diversos. Yo persigo esa visión interior sin alcanzarla nunca, y esa es una de las razones por las que sigo trabajando, porque nunca consigo alcanzarla y siempre pienso que la próxima vez me podré acercar un poco más. Pero si un día uno pensara que la había alcanzado, ese día dejaría de pintar", afirma el artista.

No parece fácil que se deje llevar por semejante veleidad. Todo en la trayectoria de este hombre da la impresión de la solidez que transmiten sus obras. "Mi carrera no es una carrera de divo. Yo soy un tipo de artista constructor, que tiende más al anonimato que al relumbrón. Las obras que a mí me interesa hacer son de grandes dimensiones, obras que se quedan un poco en la oscuridad, como las grandes obras colectivas. Eso es lo que me gusta de verdad"

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