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Lorin Maazel critica a los artistas artificiales creados por el mercado

El director del concierto de Año Nuevo publica tres discos, uno como violinista

Andrés Fernández Rubio

Músico superdotado, aunque sus críticos lo juzgan irregular, Lorin Maazel, director de orquesta estadounidense nacido por accidente en Francia, se encuentra de gira por Europa con la Orquesta de Pittsburgh. El recorrido incluye Madrid, anoche, y Barcelona, hoy. Maazel, que fue niño prodigio y es un consumado violinista y compositor, considera que en la última década han inundado el mercado "artistas creados artificialmente" por las compañía discográficas, y defiende el sistema de estrellas como garantía de calidad.

"El star-system es lo único que salva la música", decía ayer el entusiasta Lorin Maazel horas antes de su actuación. "Hasta la Il Guerra Mundial no había otra cosa que estrellas. No ibas a un recital a oír a cualquier pianista sino a Rubinstein, Horowitz, Lhévinne... Había 50 grandes talentos que lo tocaban todo. A grandes piezas, grandes maestros. Y lo bueno de los tres tenores es que son grandes tenores. Cuando escuchas a cualquiera de los tres y luego a otros con el mismo potencial pero sin su talento, está clara la elección. Por eso, es el público el que mantiene activa esa maquinaria, y lo hace en su propio beneficio. ¿Qué es una estrella?: un gran artista al que el público ama, que tiene ganada su devoción, que da al público lo que el público necesita: gran música interpretada extraordinariamente".Esa confianza la tiene el gran artista por dondequiera que va, según Lorin Maazel, que, sin embargo, concede que desde hará una década la profesión está siendo inundada "por decenas de artistas, salvo unos pocos, creados artificialmente por las compañías discográficas, las televisiones, los promotores y los agentes. Hay muchos artistas de segunda clase tratando de pasar por gente de primera".

Niño prodigio

Lorin Maazel dirigió a los nueve años su primer concierto, y a los once Toscanini le invitó a dirigir y los músicos, para homenajearle, chupaban caramelos. Pero el niño prodigio salía siempre del paso, como ha sucedido con la grabación Lorin Maazel, virtuoso del violín (RCA). También está en el mercado el disco del último concierto de Año Nuevo de Viena y otro con obras de Richard Strauss, Zaratustra, Don Juan y la suite de El caballero de la rosa. Maazel dirigió en Salzburgo el pasado verano esta última ópera, con división entre los críticos, y este año volverá al célebre festival de verano con Elektra. También dirigirá, en octubre, Tristán e Isolda. "Me gusta la versión de Danny" se limita a decir sobre la impresionante grabación de Daniel Barenboim.

Dirigir menos

Acerca de su actividad como director, violinista y compositor, Maazel defiende la posibilidad de hacerlo todo sin caer en la superficialidad. "Cuanto más lo intentas, más posibilidades tienes de conseguir lo que buscas", afirma. "En los próximos años de mi carrera quiero dirigir menos", afirma. "Me voy a concentrar en el violín por una cuestión de edad. Pronto cumpliré 66 años y sé que es difícil tocar bien después de los 70, cuando las manos empiezan a temblar. Ahora mis manos son firmes y quiero aprovechar. Y en 1997 me tomaré un año sabático".

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