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Un Tranvía llamado Oriol hace parada en el Foro

Oriol Tranvía (Barcelona, 1951) pertenece por derecho a la familia de las aves raras mediterráneas. Desde muy niño, sus educadores y sus amigos le decían que iba como una moto, pero él quiso matizar esta velocidad adoptó el apellido Tranvía para que nadie se llamara a engaño. Con ese nombre, fue uno de los animadores de las noches barcelonesas en los años setenta. Compositor y cantante (en castellano), formó parte del mítico Group de Folk, en el que también estaban Jaume Sisa, Pau Riba y María del Mar Bonet.

Posteriormente se inclinó por el teatro, donde ha hecho de todo: desde espectáculos de cabaré hasta Shakespeare, pasando por Chéjov, lonesco y La Cubana.El año pasado se estrenó como actor cinematográfico a las órdenes de Óscar Aybar en Atolladero, un largometraje que, hasta el momento, sólo se ha exhibido en el Festival de Sitges. Actualmente ejerce de regidor en Caracuero, la obra en que Albert Pla se presenta como actor (teatro Alfil). Su actividad musical ha estado relegada en los últimos años, pero todo parece indicar que vuelve a sus orígenes. Actúa con cierta periodicidad en cafés cantantes de Barcelona como Harlem o Llantiol. Hace unos meses se reeditó en compacto su primer trabajo discográfico, El bestia, que salió en vinilo hace 20 años.

La actuación de hoy en el Café del Foro, más que un espectáculo, es un guiño premonitorio, una toma de contacto con el público madrileño. Porque Oriol, aunque parezca mentira, todavía no se había presentado en Madrid como cantante solista. Sus querencias musicales son una ensalada mixta en la órbita de lo latino. Habla con entusiasmo de los boleros, de la ranchera, de Pi de la Serra, Javier Krahe, Ovidi Montllor, Gato Pérez, Albert Pla, Aute, Kiko Veneno, Pata Negra, Mártires del Compás, Extremoduro. Todas esas influencias están presentes de una forma natural en sus canciones.

"Yo no soy nada reflexivo. No busco, encuentro. Ahora estoy en un buen momento, porque no tengo nada que perder. Todos los buenos somos humildes y débiles. Paso olímpicamente de la competitividad", dice con el empaque de un filósofo estoico. La mayoría de sus temas (Eraclio Fournier, La Caixa, Sin ti, Alboraia, Tía Carmen) están impregnados de un humor a veces bestia, a veces socarrón, pero siempre tierno y desolado. Al igual que sucede con Albert Pla, las risas que provoca acaban a menudo en rictus dramático.

Una de sus canciones más desternillantes, El mirón de los mirones, acaba así: "Y ahora paga pa que otro / haga el mismo papelón / y él se esconde en un armario / p'a poder ver al mirón".

Oriol Tranvía actúa hoy en el Café del Foro, San Andrés, 38, a las 23.30.

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