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Más solos que nunca

Diez ancianos viven aún en la residencia de León abandonada por los dueños

Puré de verduras y compota de manzana para todos. El menú de la residencia de ancianos del pequeño pueblo de Requejo de la Vega (León) no ha variado ni un ápice desde que el pasado miércoles los propietarios del centro geriátrico, un matrimonio cincuentón de aspecto afable, abandonaran a los 21 ancianos, y ocho trabajadoras a su suerte, con una enorme cantidad de deudas. Las trabajadoras, que denunciaron el caso en el juzgado y la Guardia Civil de La Bañeza, trataban ayer de aparentar serenidad ante los diez ancianos con problemas de demencia senil y fuertes depresiones que siguen en el centro. "Lo mejor para que ningún abuelo se dé cuenta de lo que pasa es no cambiarles la comida, repartir dulces y seguir sonriendo", dice Raquel Cavero, una de las trabajadoras. Desde hace días éstas llevan alimentos de sus casas, aceptan donativos de vecinos y envían los gastos que se producen a una entidad bancaria de La Bañeza, donde los dueños del centro geriátrico tienen una cuenta corriente con 68.000 pesetas por todo capital.Al menos media docena de residencias geriátricas de la provincia se han ofrecido a realojar a los internos que no sean recogidos por sus familiares en los próximos días.

La mayoría de los ancianos, dos de ellos en fase terminal, parecen no ser conscientes de su incierto futuro, aunque a ratos dejan resbalar alguna lágrima. Once ancianos fueron recogidos por sus familiares tras conocerse la súbita huida del suizo Pierre Maxime Claus y su esposa, Parmenia Martínez, de la Casa de Benavente (Zamora), donde los dos vivían, a unos 40 kilómetros de Requejo.

Nadie del entorno de la pareja (sobre la que pesa una orden de busca y captura) se explica el porqué de su silencio, pero todos coinciden en que ambos acumulaban facturas impagadas desde hace meses. Las deudas superan los 41 millones de pesetas, según las trabajadoras. Los proveedores de alimentos no estaban dispuestos a fiarles por más tiempo. Las obras de ampliación de la residencia se habían paralizado hace días, y el matrimonio buscaba con urgencia un comprador para el negocio geriátrico, por el que pedían 50 millones de pesetas.

María Luisa Martínez, de 57 años, abochornada por la conducta de su hermana Parmenia acudió ayer desde Avilés a la residencia de Requejo para recoger a la esposa de su padre, Lucía Ferrero, una mujer de 80 años afectada de Parkinson y demencia senil avanzada, que desde hace varios años permanece en una silla de ruedas. "Creo que se han ido con dinero a alguna parte. Esto es una marranada", repetía abrumada. Hace 11 días que el matrimonio había llamado con urgencia a María Luisa para que ésta se hiciera cargo de la cartilla de ahorros de Lucía Ferrero, en la que quedan 400.000 pesetas. Al preguntar el porqué de "estas prisas", Parmenia contestó a su hermana: "Si algo fuera mal, la Junta se hará cargo del negocio". "Nunca sospeché que fueran a hacer esto".

En la noche del pasado martes el matrimonio dejó las llaves de la residencia a una vecina de Benavente bajo el encargo de entregarlas a una de las trabajadoras. Según las cuidadoras de la residencia, Parmenia y su esposo han huido en su viejo Volvo color marrón con las cuotas del mes de diciembre de todos los internos (entre 70.000 y 90.000 pesetas por persona), las pagas, extraordinarias de los ancianos, propinas de familiares y las nóminas.

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