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Reportaje:

Las heridas de la guerra cicatrizan en El Salvador

La desmovilización de la policía controlada por el Ejército ha aumentado la inseguridad ciudadana

ENVIADO ESPECIALSi el ya fallecido mayor Roberto D'Abuisson, el jefe de los escuadrones de la muerte salvadoreños, levantara la cabeza, no daría crédito a lo que sus ojos estarían viendo. Lo mismo le ocurriría al arzobispo Oscar Arnulfo Romero, asesinado por orden de aquél. Y es que la paz no sólo ha devuelto El Salvador a su discreto lugar en la región centroamericana, sino que ha normalizado su vida política e incluso la ha llenado de paradojas, algunas muy sorprendentes.

Las heridas han cicatrizado muy pronto en este pequeño país centroamericano que sufrió una cruenta guerra civil de 12 años, y eso es una buena señal, se asegura en medios políticos. Quien más lo goza es el peruano Ricardo Vigil, jefe de los restos de aquella gran misión de Naciones Unidas (antes Onusal) que se encargó de traer la paz y luego mantenerla. Vigil estima que el proceso de El Salvador ha sido una de las experiencias más gratificantes para Naciones Unidas. Probablemente su "joyita de la corona" por lo bien que ha salido, asegura.

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Un país con otro perfil

Veinte meses después de las primeras elecciones en paz, que dieron el triunfo al derechista Armando Calderón Sol, El Salvador no se diferencia mucho del resto de los países latinoamericanos que, superadas las convulsiones, tienen normalizada su vida política y económica mediante mecanismos de democracia política.Es más: tiene este país en su haber ser, después de Chile, el que mayor crecimiento económico (5%) ha registrado en 1994 en la región, pese a que, como asegura el viejo líder comunista Shafick Handal, "la fiebre neoliberal del Gobierno es tal que no se ha dado cuenta todavía de que eso significa viajar en el vagón de cola de un tren descarrilado".

Sin embargo, lo que sí choca de entrada es que quienes otrora, fueron enemigos irreconciliables hagan ahora matrimonio político. Es el caso de Joaquín Villalobos, el que fuera principal jefe militar del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), y el propio presidente Calderón Sol, un hombre que se inició políticamente al lado de D'Abuisson pero al que el proceso de paz ha colocado en, el diálogo y la tolerancia.

Villalobos, actualmente en Oxford, intentando recuperar en un año estudios que la guerra le impidió desarrollar, se escindió del FMLN junto a un grupo de correligionarios, entre ellos los también ex comandantes Ana Guadalupe Martínez, Eduardo Sancho Ferman Cienfuegos y Raúl Hércules. Creó una nueva formación política, el Partido Demócrata, que se constituyó en grupo parlamentario independiente dentro de la Asamblea Nacional pese a que sus diputados resultaron elegidos, en la lista del FMLN.La última gran hazaña de Villalobos, el único ex guerrillero a quien la Comisión de la Verdad recomienda una inhabilitación política de 10 años, fue ayudar con los votos de sus diputados a Arena, el partido del Gobierno, para sacar adelante una de las medidas más impopulares de la posguerra: el aumento del IVA del 11% al 13%. "Ni el partido Conciliación Nacional, vinculado siempre al Ejército y compañero de Arena en todo tipo de votaciones, fue capaz de cometer este atentado contra los trabajadores salvadoreños", asegura Miguel Sáenz, diputado del FMLN.

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Metamorfosis

La metamorfosis de Villalobos ha sido impresionante. Durante la guerra era el más duro e intransigente del FMLN -fue él uno de los que con su voto decidieron la ejecución del poeta Roque Dalton-, pero en la paz se ha convertido en un hombre despegado de sus bases y obsesionado ahora por cómo tomar el té con la alta sociedad salvadoreña o por hacer acopio de trajes de firmas elegantes en su armario.El propio presidente Calderón Sol, en unas declaraciones recientes, destapaba su pacto con Villalobos y se sentía agrade cido por haber recibido sus votos para sacar adelante el aumento del IVA, ya que Arena no tiene mayoría absoluta en la Asamblea. Calderón revelaba también que no en vano él había ayudado antes a.Villalobos "quitándole la imagen de terrorista y secuestra dor que tenía".Víctor Manuel Valle, ex funcionario internacional de la OEA, es el actual inspector de la Policía Nacional Civil, el cuerpo de seguridad concebido como el gran parto de los acuerdos de paz y levantado por la ayuda internacional, fundamentalmente de España. Este inspector, con funciones de vigilante de la buena marcha de la institución, advierte que, al no haber ni vencedores ni vencidos en la guerra salvadoreña, en el país se ha generado un nuevo espacio político donde caben episodios. inesperados como el de Villalobos.

"El método militar no tiene por qué ser sinónimo de radicalismo de izquierdas", asegura Valle, de orientación socialista. "El Villalobos del FMLN pudo ser radical en el método, pero su ideario fue siempre moderado en lo político y en lo social", advierte. Después de tanta guerra y tanta sangre derramada, "vivimos un periodo de reconstrucción que tiene que conducir irreversiblemente a pactos, consensos y confianzas mutuas. No hay que extrañarse de que el Gobierno se busque el aliado parlamentario que sea para sacar adelante sus proyectos, ya que esto forma parte del nuevo juego político".

Hoy, en El Salvador, el discurso político nacional ya no va por los derroteros de los acuerdos de paz, lo que deja entrever el grado de normalización política a que ha llegado este país tres años después dé acabada la guerra. Sin embargo, la gran preocupación nacional es la seguridad ciudadana, pese a que, por muy paradójico que, también resulte, el gran éxito de los acuerdos de paz lea justamente el nuevo concepto de seguridad pública en el que, sobre el principio de respeto a los derecho! humanos como norma fundamental, trabajan ya los jueces y policías de la paz.

Vacío de seguridad

Hugo Barrera, ministro de Seguridad Pública, justifica el clima de delincuencia ciudadana (fundamentalmente atracos y asaltos en la vía pública) y del crimen organizado (narcotráfico y robo de coches para su venta en otros países, entre otros) como resultado del vacío generado por la guerra, de un lado, y de la desmovilización de los antiguos cuerpos policiales controlados por el Ejército (31.000 efectivos), de otro. Ese vacío generó conductas antisociales, desobediencias generalizadas y desafíos a la ley, advierte el ministro.Desde 1993, la nueva Academia de Seguridad Pública forma cada seis meses una promoción de policías. Hasta ahora han salido a la calle 8.000 de los 11.000 agentes que están previstos para 1996. En opinión de Barrera, el número actual de policías es insuficiente y habrá que tener paciencia. Lo importante, dice, es que el policía que salga graduado sea sano en todos sus aspectos.

Salvo casos aislados, las nuevas generaciones de policías civiles están saliendo no sólo formadas en el nuevo espíritu democrático y de respeto a los derechos humanos que proclaman los acuerdos de paz, sino estimuladas desde un principio por su trabajo en las diferentes áreas de seguridad y su salario. El sueldo más bajo de un policía salvadoreño es de 300 dólares, unas 36.000 pesetas, tres veces y media más de lo que cobra un colega en Guatemala u Honduras. "Somos la institución mejor pagada del país", asegura su director, Rodrigo Ávila, en un intento de demostrar que la organización es ya algo más que el mejor legado que la paz ha dejado.

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