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Tribuna:LAS AYUDAS AL DESARROLLO
Tribuna
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El 0, 7%, un año después. El Sur no puede esperar

El otoño de 1994 trajo una buena noticia: la sociedad española también tiene ideales colectivos altruistas. La Plataforma del 0, 7% del producto nacional bruto (PNB) para ayuda oficial al desarrollo de los países del Sur supo movilizar y canalizar los sentimientos solidarios que todavía permanecen entre nuestras gentes. El hecho de que nada menos que el 68% de los votantes del PSOE, el 64% de los votantes del PP y el 73% de los votantes de IU estén a favor de que España dedique este mínimo porcentaje de su riqueza a la ayuda de los países empobrecidos es una muestra del inmenso consenso ciudadano existente sobre este asunto, que hace incomprensible la tardanza del Gobierno para llevar a la práctica esta demanda.Hace ahora un año, los grupos parlamentarios, después de las negociaciones con la Plataforma del 0,7%, acordaron alcanzar el objetivo del 0,5% del PNB para Ayuda Oficial al Desarrollo (-AOD) durante 1995 a través de partidas presupuestarias y créditos ampliables.¿Cuál es el balance, de la situación? Un gran incumplimiento de estos acuerdos. Para empezar, el Plan Anual de Cooperación Internacional estableció como objetivo para 1995 destinar el 0,28% del PNB para AOD (con la posibilidad dé llegar al 0,35%) y no el 0,50% acordado. No hay pruebas oficiales de que se. vaya a conseguir este 0,50% mediante créditos ampliables; es más, hay serias posibilidades de que ni siquiera se llegue al 0,28% dados los reembolsos de créditos FAD que se esperan.

Lo peor con todo no ha sido esta incapacidad del Gobierno de ejecutar lo acordado con la Plataforma del 0,7% y lo demandado por la inmensa mayoría de nuestra sociedad. Lo más nefasto es la reproducción de un sistema de distribución geográfica y sectorial de la AOD que no beneficia a los países, más pobres y que no, se concentra en las prioridades de desarrollo humano y en la satisfacción de necesidades básicas. Por este motivo, los dos informes internacionales más prestigiosos en la evaluación de políticas de AOD han calificado la política española en este ámbito como una de las de menor calidad de toda la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE): es la más comercializada y la que menos atención presta a los países más pobres y al desarrollo humano básico. Baste un prueba: para 1995, el Gobierno destinó sólo el 41/o de la AOD bilateral a ayuda en salud. y previó dedicar más cantidad de AOD para servicios de policía en países empobrecidos que para su ministro y deputación de aguas, que es la mejor forma de evitar cerca del 30% de la mortalidad infantil y cerca del 80% de las en férmedades en los países del Sur. Pero como todo lo malo siempre puede ser superado por algo, la joya de la corona de la renovada AOD española ha sido el, ante proyecto del FAEX, en el que se establece el fomento de las exportaciones con un carácter neta mente financiero como el objetivo de cerca del 50% de toda la ayuda que España concede a los países empobrecidos del Sur.

Ante esta situación es necesario, reaccionar y luchar para conseguir tres objetivos mínimos: a) destinar la mayor parte de, la AOD a los países más empobrecidos; b) diseñar la cooperación a partir de las demandas básicas de las mayorías populares de dichos países y centrarla en la ayuda que más necesitan; c) dejar de utilizar la AOD como mecanismo de exportación de productos españoles y reorientarla a programas de desarrollo humano.

En medios de la Plataforma del 0,7% y de las Organizaciones no Gubernamentales (ONG) se viene planteando en las últimas semanas un debate sobre la necesidad de demandar a las fuerzas parlamentarias la firma de un pacto de Estado para una nueva ayuda al desarrollo. Considero que esta idea es muy acertada y, como contribución a este debate pienso que algunos de los contenidos de dicho pacto de Estado deberían ser los siguientes: 1. Inclusión del 0,5% del PNB para AOD en los presupuestos para 1996, pues es la forma más precisa de asegurar la ejecución de las cantidades resultantes. 2. Reequilibrar la AOD destinada a créditos para la exportación (63% del total de la ayuda bilateral prevista para 1995) y la AOD para proyectos de desarrollo, de tal forma que exista más cantidad para es tos proyectos que para los créditos FAD. 3. Desterrar el fomento de la exportación como instrumento de AOD y crear una nueva ayuda financiera para, el desarrollo humano. 4. Priorizar a los países menos adelantados (PMA) y los países de ingreso bajo (PIB) como receptores de la ayuda es pañola, pues en la actualidad el país más pobre de América Latina es el que menos ayuda recibe de España. 5. Destinar 150.000 millones de pesetas en los próximos presupuestos a proyectos específicos y concretos de desarrollo humano y necesidades básicas en PMA y PIB. 6. Lograr que todos los países receptores de créditos FAD reciban, como mínimo, una ayuda no retornable tres veces superior a la cantidad de estos créditos. 7. Establecer como objetivos de la AOD española la concentración en programas de desarrollo humano básico y la concentración en países menos adelantados y de ingreso bajo. 8. Realizar una auditoría contable de la AECI y una evaluación del impacto de la AOD española en los países receptores de ayuda (1985-1995). 9. Crear una comisión de enlace Parlamento-ONG / plataforma para el seguimiento mensual de la ejecución de estos acuerdos. 10. incluir el 0,7% del PNB para AOD en los presupuestos para 1997, destinando al menos el 20% para el desarrollo humano en los países más pobres.

Considero que estas propuestas para el debate pueden favorecer una mayor y mejor cooperación con ese inmenso Sur del mundo en el que, no lo olvidemos, todavía existen 1.300 millones de pobres, 1.200 millones de personas sin acceso a servicios de salud, 860 millones de analfabetos y una explosión demográfica galopante. Un Sur que no puede seguir más en esta miseria extrema y que tiene derecho a que al menos las migajas que le concedemos sean de mejor calidad y algo más gruesas.

Rafael Díaz-Salazar es profesor de Sociología de la Universidad Complutense.

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