Igualdad envenenada
Al comienzo de los años ochenta, se pasó de la batalla por la cantidad a la batalla por la calidad de la enseñanza. Pero esta fase coincidió con la recesión económica y la llegada al poder de gobiernos conservadores cuyas recetas económicas neoliberales pronto se generalizaron y emularon sin disgusto gobiernos y partidos del arco socialdemócrata. Se trataba de reducir el déficit público a costa de desmantelar el Estado de bienestar, de privatizar los servicios públicos.Pero el servicio público educativo es difícil de privatizar porque genera beneficios empresariales poco brillantes (compárese con la sanidad, el sector energético o las telecomunicaciones) y porque el mercado no asumirá el conjunto de sus costosas resposabilidades. Por ello estamos asistiendo a intentos, cada vez más descarado de privatización indirecta. Una de las perlas es la iniciativa del cheque escolar familiar unido inseparablemente a la libertad (?) de elección.
Se pretende vender el cheque. escolar como la forma más moderna de hacer justicia y de redistribuir la riqueza, considerando riqueza la. educación y la formación cultural, pero se está engañando a los más desfavorecidos. Se olvida que partimos de una realidad social plena de desigualdades al pretender dar tratamientos iguales. A las clases sociales altas el cheque le sirve para abaratar una enseñanza dé privilegio; a las clases sociales bajas, para deteriorar aún más la calidad de su enseñanza.
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