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Escritores italianos ponen en duda el 'fenómeno Eco'

Encuentro en Salamanca sobre Italia y su narrativa contemporánea

Andrés Fernández Rubio

"Italia es mucho menos analfabeta después de Umberto Eco" dice Maurzio Maggiani, uno de los 13 escritores que ayer iniciaron un encuentro sobre literatura italiana contemporánea en Salamanca. Y aunque nadie duda de la repercusión del fenómeno en tomo al autor de El nombre de la rosa, Maggiani añade que Eco ha acabado por representar "la literatura institucional de la Unión Europea". Para Vincenzo Consolo, la narrativa de Eco "parece no tener en cuenta la tradición de la literatura italiana".

Salamanca, una ciudad cuya arquitectura renacentista se aproxima al ideal italiano, reúne estos días a varios de los principales autores de aquel país. El motivo es la constitución del nuevo jurado escolar del premio literario Grinzane Cavour, que trata de fomentar la lectura de manera que "lo que es un placer no sea un deber", según dijo su presidente, Giuliano Soria. Han viajado a Salamanca Francesco Biamonti, Vincenzo Consolo, Daniele del Giúdice, Raffaele la Capria, Gina Lagorio, Maurizio Maggiani, Luigi Malerba, Lo renzo Mondo, Raffaele Nigro, Nico Orengo, Giuseppe Pontiggla, Francesca Sanvitale y Emilio Tadini.De entre ellos, Maggiani está de actualidad en Italia por haber conseguido, con su novela Il coraggio del pettirosso, los dos premios más importantes: el Víarieggio y el Campiello. Según Maggiani, que ha escrito una historia épica de emigrantes italianos, el fenómeno de Umberto Eco, el más importante en décadas de la literatura italiana, "ha ayudado a los lectores más que a los escritores". En su opinión, UE (Eco) es una figura institucional de la UE "que conoce bien la mecánica de la novelística, aunque la literatura italiana está a 10 años luz, para lo bueno y para lo malo. Es otra cosa".

Vincenzo Consolo, autor de El retablo y de otras obras de la mejor literatura italiana actual, opina que Eco ha cumplido una gran función por su difusión planetaria. "Ha sido como la mosca que nos guía", dice, "el que más ha dado a conocer la literatura italiana en el mundo. Pero al mismo tiempo, El nombre de la rosa dio un cambio en la tradición literaria italiana, a la que parece no tener en cuenta. En su salto de tipo planetario, es como si no hubiese ya raíces locales, y la literatura italiana es local, regional, con variaciones dialectales. En su ruptura, Eco es más transnacional que italiano''.

Consolo, que mañana pronunciará una conferencia titulada La recta y la espiral: las dos escrituras italianas, describe este par de tendencias diciendo que una es barroca con implicaciones lingüísticas y dialectales, y otra iluminístico racional, "dependiendo en buena medida de la confianza que los autores hayan tenido en la sociedad italiana". Entre los iluministas, de Manzoni a Moravia, se incluiría también a Sciascia. La esperanza de éstos en la constitución de una nueva sociedad en Italia tras la caída del fascismo contrastaría con la desconfianza de los barrocos, como Gadda y Pasolini, cuyo pesimismo se hunde en la desesperación (Pasolini calificaba el barroco como "desesperada vitalidad").

Consolo, que se considera más cerca de la última perspectiva, añade que el empeño civil de Sciascia al que consideraba amigo y maestro, le dejó huella. "Me enseñó una disciplina", dice, "la de tener siempre la mirada fija en la sociedad. También me enseñó a resistir la tentación del pesimismo absoluto".

Luigi Malerba, autor de El fuego griego, dice que la literatura italiana es víctima de "un gran y feliz, caos abierto a muchas di recciones". Para él, un fenómeno como el de Eco no es sino el de "un escritor que ha tenido éxito, como fue el caso de Guareschi décadas atrás".

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