_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Una buena oportunidad

El autor defiende que el proyecto de presupuestos pretende dar continuidad a la buena situación economica actual

Desde finales de 1993 hasta el momento actual, la economía española ha ido permanentemente aumentando su nivel de actividad, superando la crisis de principios de la década y haciéndolo por vez primera al mismo tiempo que el resto de las economías de nuestro entorno, y superando las propias previsiones que se habían realizado.Los motivos por los que esta recuperación se ha producido hay que encontrarlos, inicialmente, en el fuerte incremento que sufrieron nuestras exportaciones, producido por las devaluaciones que la peseta experimentó a lo largo de 1993 y los incrementos de competitividad que, por los ajustes empresariales realizados durante la crisis, había llegado a conseguir el sistema productivo español.

Estos ajustes, junto a la moderación salarial que se inicia con la legalidad como resultado del cambio en la posición sindical y la reducción de costes financieros que se produce por la bajada de los tipos de interés, contribuyeron a la recuperación de los excedentes empresariales, que comenzaron a precipitar las decisiones empresariales de inversión. Este hecho trajo como consecuencia una recuperación de la actividad económica que, junto a las circunstancias anteriores y los efectos de la reforma del mercado de trabajo realizada, inició un proceso de generación de empleo que ha llevado a tasas de aumento en la ocupación, con cifras próximas a los 330.000 ocupados más en el segundo trimestre de 1995 en relación al mismo periodo del año anterior.

Pero, ciertamente, no ha sido sólo la recuperación de la producción, del empleo y de la renta nacional lo que ha caracterizado la economía española en estos dos últimos años, sino que todo ello se ha conseguido junto a un claro proceso de recuperación de nuestros desequilibrios básicos.

Ésta ha venido siendo la línea de conducta de la economía española los últimos cinco semestres, recuperación del PIB, crecimiento del número de empleados, incremento de nuestra competitividad, aumento de nuestros mercados exteriores;, disminución del diferencial de divergencia Con la media comunitaria en inflación y déficit público, superación de las tormentas monetarias recuperando una satisfactoria posición en relación a nuestras monedas de referencia básica, y, aunque con algún contratiempo por los movimientos financieros mundiales, hemos disminuido sustancialmente el tipo de interés respecto al que manteníamos al inicio de la legislatura. Todo ello, hay que recordarlo, se ha hecho con un nivel de endeudamiento y de presión fiscal sustancialmente menor a la media comunitaria, y además habiendo superado la importante crisis económica con un notable éxito en el mantenimiento de nuestro sistema de cobertura social.

Esta es la realidad de la economía española, no otra. Una situación vigorosa, con signos de confianza y de expectativas de futuro que viene manteniendo serenamente su rumbo y su velocidad, haciendo caso omiso, a los cantos de sirena cuyo objetivo parece ser interrumpir este proceso económico, con el único interés de conseguir una mejora en la posición de salida en la futura carrera electoral.

Éstas son las principales características de la situación económica presente, y éste es el frontispicio del debate parlamentario que va a tener lugar los próximos días en el Congreso de los Diputados, con el Proyecto de Ley de los Presupuestos Generales del Estado para 1996.

Un proyecto de ley que pretende dar continuidad a esta buena situación, aprovechar la inercia del momento, servir de cauce a las decisiones empresariales de inversión y creación de empleo, que claramente con su comportamiento diario están diciendo al mundo político, es verdad que más las empresas que los máximos dirigentes empresariales, que quieren aprovechar esta nueva oportunidad, que confian en sus fuerzas y en la capacidad del país.

Pero, por primera vez en los últimos años, este importante proyecto presupuestario corre serios riesgos de no ser aprobado, y frente a esta posibilidad muchos ciudadanos se hacen muchas preguntas: ¿es responsable, es justo romper esta fase de recuperación económica? ¿Podemos hacer perder a España esa nueva y gran oportunidad económica? ¿Existen soluciones distintas o mejores que las contempladas en el proyecto presupuestario presentado por el Gobierno? ¿Cuáles?

Estás preguntas y muchas otras nos las hacen a diario los ciudadanos que asisten, muchas veces atónitos, a los acontecimientos que día a día les depara el panorama político español. Un grupo político como es Convergència i Unió rompe un pacto parlamentario con el PSOE, tras dos años de apoyo a una política económica que justo cuando está dando sus frutos se pretende truncar por motivos de interés, estratégico electoral. Un partido político, como es el PP, tras reconocer las bondades del proyecto y su buena orientación, anuncia su oposición frontal al mismo, y su incertidumbre, en el hipotético caso de que ganaran las próximas elecciones de marzo.

Es, por lo tanto, comprensible que en parte de nuestra sociedad exista desconcierto e incluso una cierta irritación. Si algún partido político no tiene prisa o no tiene interés por solucionar los problemas, o, dicho de otra manera, no le interesa solucionar los problemas en este momento por motivos que cada cual sabrá, a España sí.

Si seguir generando riqueza, empleo, acortando diferencia con la Unión Europea, puede no interesarle política o electoralmente a alguien, tendrá que asumir esa responsabilidad, y pagarla política y electoralmente.

Los ciudadanos ya saben que en marzo de 1996 habrá elecciones, votarán y juzgarán políticamente a unos y a otros, y decid¡rán la nueva composición del Parlamento. Pero no deberían estar dispuestos a admitir determinados planteamientos que quieren contaminar este corto proceso que resta con oportunismos y obstruccionismos que distan mucho de defender los intereses generales del país.

Estamos a tiempo, queda alguna oportunidad para enmendar errores, pocas; hagamos, pues, los esfuerzos de responsabilidad que nuestros ciudadanos se merecen y generemos un nuevo marco de confianza que no nos haga perder esta buena oportunidad.

es coordinador de la Comisión de Presupuestos del Grupo Parlamentario Socialista.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_