Francia y el ataque al 'Rainbow Warrior'
Vinculada cultural y afectivamente a Francia desde la niñez, llevo muchos años de mi edad adulta contribuyendo a la difusión de su lengua y su cultura como profesora y traductora. He procurado siempre que mis alumnos amaran y admiraran el país cuya lengua aprendían.Pero también, y siempre dentro de mis competencias, intento inculcarles día a día una serie de valores cívicos. Después de este segundo atentado al Rainbow Warrior, todo un símbolo de comportamiento fascista, no sé muy bien con qué cara volver a las aulas el próximo curso.
Para los que nacimos en los años cuarenta, los niños del exilio interior, Francia fue siempre tierra de promisión y símbolo de libertad. Y, aunque al crecer nos enteráramos de algunas cosillas, como, por ejemplo, ciertos campos de concentración para republicanos españoles, hemos seguido cantando La Marsellesa con un nudo de emoción en la garganta.
Tal es la imagen que hemos transmitido a las generaciones posteriores. Es muy duro tener que renunciar a ella.-